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Bernardo Atxaga

 

Bernardo Atxaga

Bernardo Atxaga, escritor

 

Bernardo Atxaga

Ana AlejandreNacido en Asteasu, Gipuzkoa, 1951; su verdadero nombre es Joseba Irazu Garmendia. Cursó la carrera de Ciencias Económicas en la Universidad de Bilbao, desempeñó varios oficios (maestro de euskera, guionista de radio, librero, economista ...) hasta que decidió dedicarse definitivamente a la literatura al inicio de la década de los ochenta,

Se caracteriza desde sus inicios de escritor por ser cuidadoso y tenaz en su labor literaria. Publicó sus primeros poemas en euskera en una pequeña antología en 1972, animado por el poeta Gabriel Aresti y, posteriormente, en 1976, salió a la luz su primera novela “De la ciudad” y, dos años más tarde, publicó su poemario

“Etiopía”. Estas dos obras fueron Premio de la Crítica en el ámbito vasco. Los relatos cortos “Cuando la serpiente mira al pájaro” 1983 para el público infantil, Dos letters (1984) y Dos hermanos (1985) se publicaron conjuntamente en 1999 con el título “Historias de Obaba”.
Atxaga tiene una gran pericia en crear y exponer el mundo interior de sus personajes, por lo que se le considera un referente obligado e ineludible de la capacidad de expresión del euskera como lengua culta, pero tiene la cualidad de que según el idioma en que escribe (euskera o castellano) se expresa de acuerdo al mismo en un paralelismo absoluto con el sonido y la sintaxis de cada lengua, dejándose llevar por el caudal expresivo de cada idioma.

Ha publicado, entre otros títulos, de “Obabakoak”, (1989, Premio Euskadi, Premio Nacional de Narrativa, finalista en el European Literary Award, IMPAC), “El hombre solo” (1994), “Dos hermanos” (1995), "Esos cielos”: (1997), “El hijo del acordeonista” (2004, Premio Grinzane Cavour, Premio Mondello, Premio Times Literary Supplement Translation Prize), “Siete casas en Francia” (2009, finalista en el Independent Foreign Fiction Prize 2012, finalista en el Oxford Weidenfeld Translation Prize 2012) y “Días de Nevada” (2013, Premio Euskadi).

Entre sus obras poéticas cabe citar “Esos Cielos” (1995), obra poética, que fue también finalista del Premio Nacional de Literatura. Sus narraciones dedicadas al público juvenil e infantil son numerosos: “Memorias de una vaca” (1991), Premio SM Fundación Santa María en 1999; “Chuck Aranberri en el dentista”; “Nicolasa, aventuras y locuras”; Ramuntxo detective ; Cuentos y cantos de Siberia; “Los burros en la carretera”, finalista del Premio Nacional de Literatura en la modalidad infantil, y las historias del perro Bambulo, personaje canino que se pasea por la historia y da su opinión de la misma.

Su obra ha sido traducida a 34 lenguas, y ha sido llevada al cine por Montxo Armendariz (Obaba, 2005), Aizpea Goenaga (2006) e Imanol Rayo (2011). Así mismo, es miembro de la Academia de la Lengua Vasca y director de la Revista Erlea.

Atxaga , por la luminosa transparencia de su estilo, la clara sencillez de sus historias y la sugerencia de sus imágenes se sitúa como uno de los escritores de mayor profundidad y originalidad en el panorama literario hispánico actual.

 

 

BIBLIOGRAFÍA DE BERNARDO ATXAGA

Bernardo ATxaga, escritor


Narrativa:

Ziutateaz. I (1976)
Ziutateaz. II (1976)
Bi letter jaso nituen oso denbora gutxian (1984)
Sugeak txoriari begiratzen dionean (1984)
Bi anai (1985)
Obabakoak (1988)
Behi euskaldun baten memoriak (1991)
Gizona bere bakardadean (1993)
Zeru horiek (1995)
Historias de Obaba (1995)
Sara izeneko gizona (1996)
Cuentos apatridas (1999)
Soinujolearen semea (2003)
Teresa, poverina mia (2004)
Zazpi etxe Frantzian (2009)

Poesía:

Etiopia (1978)
Henry Bengoa Inventarium (1986)
Poemas & Híbridos (1990)
Nueva Etiopía (1996)
Paradisua eta katuak (2012)

Ensayo:

Groenlandiako lezioa (1998)
Alfabeto sobre la literatura infantil (2002)
Lekuak (2005)
Markak. Gernika 1937 (2007)

Teatro:

Lezio berri b
at ostrukari buruz (1994)
Literatura infantil:
Nikolasaren abenturak eta kalenturak (1979)
Ramuntxo detektibea (1979)
Chuck Aranberri dentista baten etxean (1982, Erein)
Antonino Apretaren istorioa (1982)
Asto bat hypodromoan (1984)
Jimmy Potxolo (1984,
Txitoen istorioak (1984)
La cacería (1986)
Astakiloak Arabian (1987)
Flannery eta bere astakiloak (1991)
Astakiloak jo eta jo (1993)
Mundua eta Markoni (1995)
Xolak badu lehoien berri (1995)
Xola eta basurdeak (1996)
Markonitar handien ekintza handiak (1997)
Bambulo: Lehen urratsak (1998)
Bambulo: Krisia (1998)
Bambulo: Ternuako penak (1999)
Xola ehitzan (2000)
Xola eta Angelito (2004)

PREMIOS

Premio de la Crítica por Bi anai (1985)
Premio Euskadi
Premio Nacional de Narrativa (España) (1989)
Premio de la Crítica (1989)
Prix Millepages
Premio Eusko Ikaskuntza-Caja Laboral de Humanidades, Cultura, Artes y Ciencias Sociales (2002)


ENLACES

http://www.atxaga.org/es/

http://www.atxaga.org/blog

http://elpais.com/tag/bernardo_atxaga/a/

https://www.facebook.com/pages/Bernardo-Atxaga/37727061870
http://www.rtve.es/television/20130326/bernardo-atxaga-escritor-debe-escribir-tiene-cerca/621826.shtml

http://www.youtube.com/watch?v=yGZGGO6yInM

http://www.euskosare.org/kultura/entrevista_atxaga_buenosaires_2005
http://www.el-mundo.es/elmundolibro/2004/09/08/narrativa_espanyol/1094651936.html

 

 

Cosas que desaparecen

BERNARDO ATXAGA

(EL PAÍS/02 DIC 2010) -

Cuando no hay más lógica que la económica y solo ella dicta las normas, muchas cosas desaparecen. Desaparece la gente de las ventanas, porque el tiempo que hasta mediados del siglo XX se empleaba para ver pasar a la gente por la calle o para escuchar el canto de un pájaro se necesita ahora para hacer algo provechoso, es decir, para ganar algunos euros, o para preparar un examen, o para solucionar un asunto, o dos asuntos. Desaparece también la conversación, porque, al haber siempre un quehacer, la gente lo deja para otro día, otro sábado, otro verano. Desaparece igualmente la amistad, porque es difícil quedar, porque la gente tiene la agenda rellena. Por la misma razón desaparece la vida familiar. Como decía un tango, la gente llega a casa deshecha por la máquina, sin más gana que la de ver televisión. Además, siempre hay una llamada telefónica pendiente.

Chillida-Leku era un lugar donde los amigos o la familia podían pasear tranquilamente, contemplando el paisaje y las esculturas y hablando de lo que, en general, no se toma en cuenta. De la ingravidez que el artista confería a la materia, por ejemplo, o del contraste entre la hierba y el hierro, o de la tradición de los herreros y ferrones del País Vasco. Pero, ¿quién podía permitirse el lujo de ir hasta allí y pasar la tarde? Resultaba difícil incluso para la gente de San Sebastián, porque diez kilómetros son diez kilómetros, y treinta esculturas -treinta esculturas abstractas- como ochenta o como cien, porque no puedes mirarlas y exclamar: "¡Una vaca!". Sin esa clase de expansiones, las dos horas que requería la visita daban la impresión de ser 12 o 14. Aunque, en realidad, aunque las dos se quedaran en dos, ¿no era mucho tiempo? Ah, quién pudiera ser vaca, y disfrutar de la bonita tarde o de la bonita mañana, y rumiar, y mugir despreocupadamente.

El caserío de Chillida-Leku se llama Zabalaga. Estuve allí con el escultor cuando todavía estaba en ruinas. Hablamos del "país" y de sus problemas, y de la marcha del arte vasco. Le vi un poco triste, y tuve el impulso de hacerle una confidencia. Había estado aquella semana en una reunión de artistas vanguardistas vascos, y uno de ellos había dicho: "No coincido con Chillida en muchas de sus posturas, pero como artista le admiro profundamente". A esa declaración le habían seguido otras, todas en el mismo sentido. Insistí con vehemencia: no estaba solo, no más de lo que suelen estarlo los verdaderos artistas.

Apareció un campesino que trabajaba para él, un hombre mayor, y Chillida lo saludó efusivamente. Me pareció que estaba emocionado: "¿Sabes? Yo siempre he querido mucho a mi país. Por eso quiero hacer esto. Será mi aportación, una forma de corresponder". El recuerdo resulta ahora descorazonador. Como dicen los ingleses, ninguna buena acción queda impune.

No ha muerto Chillida-Leku por ninguna desidia, ni por la mala cabeza de nadie, sino por un aire que corre y que todo traspasa, por esa lógica económica que nos promete el paraíso y que sin embargo, aún en el mejor de los casos, nos quita lo único importante, el tiempo. Si esta materia preciosa vuelve al mundo, el museo resucitará, y con él muchas cosas maravillosas del pasado, ahora desaparecida

 

Miedos y sombras

BERNARDO ATXAGA

19 DIC 2009 - 07:00 CET

Se empezó a pasar miedo mucho antes de que el verbo se hiciera carne, y de ese miedo, gran creador, surgieron los seres fantásticos cuya lista sobrepasaría hoy la de los teléfonos de la ciudad en que se ha filmado Donde viven los monstruos. Pongámonos en el lugar de quienes en la antigüedad, en un mundo más inocente que el nuestro, debían atravesar un bosque de noche y oían gritos y suspiros que quizá fueran debidos al viento que corría entre los árboles, pero que, ¡ay!, no parecían del todo naturales. Las explicaciones, plausibles a la luz del día, debían de perder allí, en la espesura, entre sombras, casi toda su solidez, más aún si flotaba en el ambiente el recuerdo de un crimen que -¡horror!- había ocurrido justo en aquellos parajes. No se necesitaba otra matrona. Bastaban las circunstancias amenazantes para traer al mundo un ser fantástico. Hace unos ocho mil años, en el Mediterráneo, uno de los seres malparidos tomó primero el nombre de Pan, y luego el genérico de "fauno". Era un monstruo mitad hombre mitad cabra que, por decirlo así, andaba por los bosques con todas las flautas al aire. Los que notaban su presencia huían despavoridos, con la clase de miedo que, en su honor, llamamos "pánico".

Tras la época antigua llegaron otras más ilustradas o resabiadas, y los seres que, como Pan, habían estado cargados de contenido se aligeraron al modo de los insectos que, una vez muertos, pierden materia orgánica y se convierten en simple cáscara. Los pintores y los poetas siguieron citándolos durante mucho tiempo -"el bosque está en calma, se diría que Pan duerme", escribió Goethe-, pero sin que les temblara la mano. El miedo, que no cesaba, creó entonces nuevos monstruos, desde el kraken o gran pulpo de Victor Hugo hasta el Arenero de E. T. A. Hoffmann o el Sacamantecas de las historias populares. Pero el dominio de estos seres fantásticos no fue ya general. Afectaba casi únicamente a los niños o a los que eran como ellos. Sin embargo, no perdieron toda su fama, puesto que algunos autores, Freud y Bettelheim entre ellos, los consideraron una vía para conocer la psique, el interior de las personas, y ello les reservó un lugar en consultas, colegios y literaturas. El libro de Maurice Sendak, con monstruos que en parte recuerdan la figura del dios Pan, parece haber surgido de esa atmósfera ideológica, aunque en su caso -el de un pintor intelectual- el éxito no le deba mucho al contenido, y sí, en cambio, a la belleza de la cáscara.

Un cuento famoso de Oscar Wilde cuenta la historia de unos niños americanos que, de visita en un castillo escocés, asustan con sus bromas pesadas a los fantasmas que allí habitan. Hay en el asunto una cierta verdad, la transformación de los seres fantásticos y temibles en sujetos cómicos, en payasos; pero ni los padres ni los educadores estarían de acuerdo con el mensaje principal. Los niños siguen teniendo miedo. Les afectan las sombras, los sonidos extraños, la oscuridad; todo lo que, por la vía de los sentidos, les transmite una sensación de amenaza. Les pasa a veces en el cine, donde el miedo se une a veces a la poesía, tal como, al parecer, ocurre en la película de Spike Jonze; les pasa asimismo, les sigue pasando, fuera de las salas, en bosques que no son como los que habitaba Pan, sino menos visibles y nombrados, es decir, más peligrosos.

Bernardo Atxaga (Asteasu, Guipúzcoa, 1951) ha publicado recientemente la novela Siete casas de Francia (Alfaguara, 2009. 272 páginas. 19,50 euros) y es autor de numerosos títulos de literatura infantil, entre ellos, Bambulo (Alfaguara) y Alfabeto sobre la literatura infantil (Media Vaca). www.atxaga.org/

https://elpais.com/diario/2009/12/19/babelia/1261185136_850215.html

 

 

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