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Tadeusz Borowski

Tadeusz Borowski

Tadeusz Borowski, escritor y periodista ucraniano, superviviente deAuschswitz

 

Tadeusz Borowski

Tadeusz Borowski

El escritor y periodista ucraniano que escribió entre otras obras, “Nuestra casa es Auschwitz”, de cuyo horror fe superviviente.

Ana Alejandre

Borowski nació el 12 de noviembre de 1922 en Zitomir, Ucrania. Hijo de padres polacos, quienes muy pronto sufrieron el destierro prescrito por la Rusia soviética. A mediados de la década de los treinta, fueron autorizados a regresar a Varsovia. Borowsky aún no había cumplido los17 años cuando se inició la gran contienda conocida como la II Guerra Mundial.

. Por la invasión de los nazis que prohibieron tanto los colegios de secundaria, como las universidades. pudo finalizar estudios que se impartían en lugares secretos En esa etapa comenzó a publicar poemas en publicaciones clandestinas con escasa difusión en Varsovia.

Fue prisionero en Auschwitz desde de abril de1942, en cuyo lugar se le grabó el tatuaje con el número 119198. A pesar de su confinamiento mantuvo contactos periódicos con su novia, internada en Birkenau. En mayo 1945 fue liberado por el ejército norteamericano. Al ser liberado y, al igual que los demás prisioneros, Borowski tuvo que elegir entre el regreso a su país o el exilio. Eligió la segunda opción y se dirigió a París, donde intentó encontrar la paz y el sosiego, y con el deseo de no vivir más rodeado de cadáveres, A mediados de 1946 volvió a Polonia, procedente de París. Gozando ya de libertad, se casó con su prometida, María Rundo, la cual había sobrevivido a los campos y emigrado a Suecia, y regresó a Polonia en los últimos meses de 1946, y contrajeron matrimonio en diciembre de ese año... Hay que hacer hincapié en que, en 1943, al ver que su prometida no volvía a casa, hizo indagaciones y supo que había sido detenida. Por ese motivo él se entregó voluntariamente a la Gestapo y fue enviado a Auschwitz y allí pudo contactar con su prometida y mantener correspondencia con ella.

Su escrito “Por aquí- hacia las cámaras de gas-”, tuvo una amplia difusión, provocando un gran desconcierto y enfado entre los comunistas que gobernaban en Varsovia. Dichos políticos esperaban una firme condena de Alemania y los nazis, como únicos culpables del genocidio judío.

El citado texto, de tan solo 25 páginas, fue escrito con otra intención que era la: de narrar el siniestro transporte de prisioneros desde una estación de ferrocarril al campo de concentración, y viceversa Viajes que siempre estaban acompañados de risas, lágrimas, y muertes, en una macabra mezcolanza. Todo ello escrito con un amargo y helado estilo, con humor negro y sarcástico, como todo humor judío, Borowski describe este tenebroso tráfico donde todos los valores éticos y morales -si existían entonces y en aquel lugar son auto eliminados por los propios ejecutores y víctimas de aquel horror.

Ese clima de sufrimiento atroz y muerte le dejó una honda huella y le llevó hasta el suicidio cuando ya era libre del terror nazi. Como otros muchos escritores que habían vivido el espanto de los campos de prisioneros nazis, como fueron Primo Levi, Paul Celan o Jean Amery, se suicidó inhalando gas en 1961, cuando acababa de cumplir la treintena.

Su obra consta de una colección de artículos periodísticos, poemas breves, relatos y algunas novelas. En cuyas obras se pone de manifiesto el cruel e inhumano daño que los hombres pueden causar a sus semejantes y proclama a Auschwitz como el monumento más importante del crimen industrializado, es decir, hecho en serie.

Hay unanimidad entre los especialistas, tanto historiadores, como escritores, al afirmar que la responsabilidad de la terrible eliminación del judaísmo europeo no debe achacarse solo a los alemanes y a sus aliados sino, también, a gobiernos de Europa, Estados Unidos y América Latina que colaboraron con el silencio o la tímida protesta oficial ante el terrible genocidio que se estaba llevando a cabo en pleno siglo XX, en el corazón de Europa.

Raul Hilberg, historiador, autor de varios volúmenes que tratan sobre la ideología nazi y el proceso que llevó a cabo la Shoa o solución final”, no vacila en acusar a los gobiernos que se opusieron militarmente a Alemania, sin contemplar otras alternativas. Se pregunta por qué la aviación de dichos países no destruyó las vías férreas o los hornos crematorios, a fin de paralizar, por algún tiempo, la terrible matanza humana. Reconoce, además, que muchos países de América, salvo excepciones, cerraron sus fronteras a los muchos huidos del terror nazi.

Durante el curso de la II Guerra Mundial, se omitió señalar las pérdidas en vidas humanas, por ello es necesario señalar a Tadeus Borowsky
que, estando en la Varsovia acorralada, no temió escribir y publicar artículos y reportajes en contra de los alemanes. Finalizada la guerra, tampoco se detuvo en relatar la tenebrosa rutina en los campos de concentración, la breve ilusión de algunos prisioneros que se aferran a ilusorias esperanzas o a objetos inútiles, mientras otros desafortunados se pliegan a los torturadores para conseguir gunas horas más de esa vida miserable y terrible por su deshumanización.

“Nuestro hogar es Auschwitz” consigue emocionar y horrorizar a los lectores, por poco sensibles que sean, ya que no deja indiferente la narración por la frialdad deshumanizada de los torturadores y torturados, la muerte de madres e hijos mientras los asesinos beben alcohol, o el regreso al campo, después de discutir el número de cadáveres que ha quedado atrás. Este relato fue publicado en más de cincuenta idiomas en todo el mundo y publicada en castellano en 2004, por Editorial Alba.

 

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