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I Centenario de la muerte de Amado Nervo

I Centenario de la muerte de Amado Nervo

Amado Nervo, poeta,narrador y ensayista mexicano.

Ana Alejandre

En Este año hay muchas efemérides literarias, entre las que destaca el I Centenario de la muerte de Amado Nervo, poeta,narrador y ensayista mexicano.

Amado Nervo cuyo nombre completo era José Amado Ruiz de Nervo; nacido en Tepic, Nayarit, en 1870. Estudió en el Colegio de Jacona, y posteriormente pasó después al Seminario de Zamora, en el Estado de Michoacán, donde cursó estudios desde 1886 hasta 1891.

La situación económica de su familia, que pertenecía a la clase media, se agravó y fue la causa de tener que abandonar sus estudios eclesiásticos, aunque existen indicios de que dicha decisión también estuviera forzada por sus propias tendencias o falta de vocación. A pesar de su salida del seminario, no por ello perdió la intensa espiritualidad que tenía desde su niñez y que influyó de forma evidente en su obra poética de esa primera etapa de su existencia que estuvo siempre centrada en sus reflexiones sobre el ser humano y los problemas que ello suscita, así como de los múltiples conflictos y misterios que siempre la propia vida depara, especialmente sobre el gran misterio del binomio vida/muerte.

A partir del momento en que dejó sus estudios, comenzó a interesarse por el periodismo, profesión que comenzó a ejercer, primero en Mazatlán (Estado de Sinaloa), para pasar posteriormente a la capital de México, ciudad a la que se trasladó en 1894 de forma provisional. En dicha ciudad publicó sus colaboraciones en la Revista Azul. Más tarde, fundó la Revista Moderna, junto a su amigo Jesús E. Valenzuela. Ambas revistas fueron de corte modernista, tendencia literaria y artística que tuvieron un gran auge, por aquel entonces, en todos los países de Latinoamérica.

Posteriormente, el diario El Imparcial lo envió como corresponsal a la Exposición Universal de París, en 1900, ciudad en la que vivió durante dos años. Allí conoció y trabó amistad con el gran poeta nicaragüense Rubén Darío y con el grupo formado por literatos y artistas parnasianos y modernistas

Los diversos estudiosos de su obra, reconocen que fue muy influenciado por los principios y la filosofía del Parnaso, representados por el grupo de creadores franceses que habían reaccionado de esta manera contra la poesía declamatoria y utilitarista que predominaba en aquella época, al mismo tiempo que oponían un rechazo total a la expresión del romanticismo lírico en el que se unían los sentimientos apasionados y las más íntimas convicciones de los autores, lo que entorpecía e influenciaba su obra sobremanera, impidiendo el nacimiento de la belleza lírica pura sin ningún otro impedimento, a juicio de este grupo.

Fue en París, la cuna del arte y la literatura por aquel entonces, donde conoció a Ana Cecilia Luísa Dailliez, a la que estuvo unido durante más de diez años( desde 1901 a 1912), unión que rompió la muerte de ella que influyo considerablemente en la obra poética de Nervo y que le sirvió de inspiración para sus versos del poemario La amada inmóvil, obra que no fue publicada hasta 1920, un año después de fallecer el poeta, por considerarla este como la expresión más profunda y dolorosa de su intimidad doliente por tan trágica pérdida.

A dicha obra anterior, le siguió su poemario Ofertorio que es, sin duda alguna, una de las más importantes producciones de toda su obra poética y la expresión de la mayor emoción lírica.

Fue su estancia en París y los múltiples contactos literarios que tuvo en dicha ciudad la que matiza su mexicanidad por la influencia recibida tanto francesa como española y latinoamericana, especialmente de la figura de Rubén Darío y de Leopoldo Lugones un cambio decisivo que atenúa en su obra una menor carga de misticismo y una dirección distinta en sus preocupaciones que pasan a ser menos religiosas, aunque siguen la corriente panteísta que le concede una mayor universalidad y un sentido más humano y desacralizado.

En esta etapa de evolución es cuando escribe Poemas (1901), y le siguen El éxodo y las flores del camino (1902), así como Hermana agua, y Lira Heroica del mismo año. Finaliza este ciclo la publicación de Los jardines interiores (1905). Todas estas obras ofrecen una evidente exquisitez en su escritura e innegable cuidado de la forma, además de revelar la supremacía de la estrofa en el texto.

Posteriormente, publica En voz baja (1909) que inicia su búsqueda de la paz espiritual después de la muerte de la mujer que amaba y que se irá transformando su propia obra lírica. En esos años escribió Serenidad (1914), Este cambio de rumbo le llevo al acercamiento a las doctrinas orientales que, unidas a su inicial misticismo, crean una especie de deseo en el poeta de alcanzar el Nirvana. Así lo confirma en su obra Plenitud cuando afirma que “La muerte es la libertad absoluta”, así como esta idea vuelve a expresarla en el verso El arquero divino, de su poemario Elevación que se publicó póstumamente, y en El estanque de los lotos (1917).

Después de aquellos años vividos en París, regresó a México, con el bagaje de una mayor formación literaria y artística y comenzó su etapa en la docencia, ya que ejerció como profesor en la Escuela Nacional Preparatoria, hasta ser nombrado inspector de enseñanza de la literatura.

Terminada esa etapa docente, pasó a la vida diplomática. A raíz de su ingreso en el servició diplomático mexicano fue destinado a cumplir determinadas misiones en Argentina y Uruguay, pasando posteriormente a ser nombrado secretario segundo de la Legación de México en España.
Posteriormente, fue nombrado, en 1918, ministro plenipotenciario en Argentina y Uruguay, que fue su último cargo, pues falleció en 1919 en Montevideo, capital uruguaya.

Fue en dicha ciudad donde conoció a Zorrilla de San Martín, orador y ensayista notable, con el que mantuvo una gran amistad y que parece ser decisivo, a juicio de los estudiosos de la obra de Nervo, en su vuelta a la Iglesia Católica de la que estaba alejado, acercamiento que hizo en sus últimos momentos y que todo indica que fue sincera y decisiva.

Además de escribir poesía, también escribía prosa: novelas, relatos y ensayos y una obra de teatro, aunque como prosista no tuvo la gran aceptación que ganó como poeta modernista, muy influenciado por la obra de Rubén Darío, aunque su mexicanidad era evidente y genuina. Se advierte la gran influencia de sus creencias religiosas de juventud, tanto en su obra Perlas Negras (1898), como en Místicas, del mismo año.

Entre sus obras en prosa se encuentra El Bachiller (1895) de carácter autobiográfico, con notables influencias naturalistas que le lleva a mostrar los aspectos más sórdidos y turbios de la realidad. También, cultivó el cuento corto, el ensayo y la crónica. Entre los diversos títulos destaca la obra dedicada a la figura de Sor Juana de la Cruz que publicó con el título de Juana de Asbaje (1910).

En su producción narrativa se pueden citar como destacables Pascual Aguilera (1892 y 1899), El domador de almas (1895), así como los cuentos de Almas que pasan (1906) y algunas de las novelas cortas y otras narraciones que escribió en los últimos años de su vida.

Sus Obras completas, ordenadas y editadas por el escritor y humanista Alfonso Reyes, fueron publicadas en Madrid, entre 1920 y 1928, en veintinueve volúmenes.









 

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