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Antonio Machado, el poeta de la soledad sonora

Antonio Machado

Antono Machado

 

Antonio Machado: ochenta años depuués de su muerte

Antonio Machado: su poesía sigue viva ochenta años después de su muerte.

Aunque hace ocho décadas que falleció, su poesía sigue siendo tan viva y válida por ser la obra de un poeta cuya preocupación era la crítica de los males que aquejaban a su país natal, las injusticias sufridas por los más desfavorecidos y el firme compromiso moral para que su voz de denuncia tuviera el eco necesario para que se oyera en los confines no solo de España, sino del mundo entero.

Ana Alejandre

El 22 de febrero de este año se conmemoró el octogésimo (80) aniversario de la muerte de Antonio Machado (1893-1939), poeta y ensayista, fallecido en la localidad francesa de Colliure donde se hallaba exiliado.

Un poeta distante en el tiempo en el que vivió y en la distancia geográfica en la que murió, aunque es un poeta emblemático que supo reflejar en su poesía la realidad, la idiosincrasia de su tierra natal, pero, también, la de la dura, solitaria y recia Castilla y los problemas que asolaban a España, lo que le constituye en una de las voces poéticas españolas de resonancia universal.

Machado, desde la serena austeridad de su obra poética, abandonada ya la estética modernista con la que se inició en la poesía, figura encuadrada en la generación del 98 de la que es el poeta más leído, sin duda, de los que formaron parte de dicho movimiento literario, contrasta en su sobriedad y pureza estilística con la rica y exuberante policromía de los poemas de la ya mencionada poesía modernista tan en boga en las tres primeras décadas del siglo XX. 

Sin embargo, hay una cercanía moral y ética entre el poeta y la realidad que vivió: la preocupación y crítica de los males que aquejaban a su país natal, las injusticias sufridas por los más desfavorecidos y el firme compromiso moral para que su voz de denuncia tuviera el eco necesario para que se oyera en los confines no solo de España, sino de otros países y trascendiera fronteras. En todo momento, en un intento ético y estético para hacer posible la regeneración moral, cultural y social de todos los pueblos de España, la principal labor de Machado desde la docencia en institutos de enseñanza media en varias ciudades españolas, además de su propia labor literaria, fue conseguir denunciar y clamar con su poesía los graves problemas sociales de nuestro país y del ser humano como protagonista de la historia.

Machado es la voz poética más representativa de la Generación del 98, que en Campos de Castilla (1912) intenta una indagación sobre sí mismo, además de ofrecer una visión poética del paisaje castellano humanizado de lo que llamaba “la España que bosteza”; a lo que unía la expresión de la nostalgia y pena por el amor perdido por la muerte de su jovencísima esposa, obra que constituye uno de sus títulos más conocidos y populares dentro de su estilo sobrio y, sin embargo, de una hondura poética extraordinaria y dotada de una preocupación y denuncia social indudables,

También, este poeta representa la sobriedad, la mesura, el equilibrio entre el concepto y su expresión poética, pero en la que brilla una luz propia de autenticidad y profunda belleza, de equilibrio perfecto entre idea y palabra, siempre en busca de la expresión más prístina y pura. Una de las preocupaciones del poeta, que plasma con hondura y autenticidad, es la soledad del ser humano como tema esencial de sus obras, soledad que vivió personalmente y que supo expresar con gran intensidad y hondura poética, dando título a obras como Soledades (1903),

Este poeta universal por la resonancia que ha tenido sus obra lírica que ha trascendido fronteras y lenguas, ahora vuelve a ser recordado en el octogésimo (80) aniversario de su muerte. A pesar del prestigio que merecen ahora la figura y obra de Machado, por cuestiones políticas, nunca fue premiado, aunque sí reconocido por la calidad lírica de su obra.

Parece que se difuminaran en estas conmemoraciones póstumas, en las que se ponen de relieve su importantísima aportación a la literatura, y a través de las cuales se intenta hacer hincapié en su inconmensurable labor poética en diferentes y variados homenajes a lo largo y ancho de la geografía de España, la poca comprensión que obtuvo en vida por cuestiones de ideología política y no por falta de mérito de su obra que tuvo y tiene en demasía.

Aunque la obra de Machado no es demasiado prolífica, estas efemérides ayudan a recordar que sus voz sigue siendo sonora, aunque su creador haya muerto, dejando un legado de belleza a todas las nuevas generaciones que, quizás, a través de estos homenajes en memoria del poeta ya desaparecido, empiecen a darse cuenta de que Machado es algo más que un nombre en las diferentes asignaturas de literatura según los diferentes planes de estudio -ya cada vez más exiguas-, y comience a tener el relieve, la presencia y la sonoridad que merece. De no ser por estas conmemoraciones serían, este y otros grandes poetas ya fallecidos, figuras invisibles en el continuo tráfago de obras y autores que llenan las librerías, siguiendo las modas que marca la publicidad y las nuevas tendencias, entre las que la poesía sigue siendo el género minoritario por excelencia.

Sean bienvenidos, pues, todos los homenajes y recordatorios en memoria de quien dejó su obra en herencia al acervo cultural de su país, y como legado universal de indudable valor y riqueza imperecederos. Aunque no hay que olvidar que el mejor homenaje a cualquier escritor es siempre, y el más genuino, la lectura de su obra sea del género que fuere, porque en ella transmite y expresa su talento creador y su riqueza conceptual que construye mundos sutiles en los que la humanidad siempre se ve reflejada como protagonista y habita en ellos.

 

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