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Juan Marsé: la huella de un maestro
Juan Marsé
Juan Marsé, la huella de un maestro
La muerte de Juan Marsé supone la pérdida de un maestro de la literatura española y de nuestro último clásico.
Ana Alejandre
El escritor que cultivó el realismo social en sus novelas y también lo conjugó con otras técnicas narrativas más vanguardistas, sin abandonar nunca su tono irónico en diversos grados.
El reciente fallecimiento de Juan Marsé (1933-2020) el 18 de julio pasado, ha dejado huérfana a la literatura española de uno de los escritores que han sabido cultivar el género realista con maestría ejemplar, solo al alcance de los autores clásicos, de los que era un ejemplo viviente en un mundo de narrativa *descafeinada” en la que abundan los subgéneros literarios con ínfulas de protagonismo absoluto por sus mayores expectativas de ventas, en una negación constante de la gran y verdadera literatura.
El barrio barcelonés del Guinardó donde se crió, fue la inspiración de sus novelas memorialísticas y el territorio literario porque lo consideraba “ese paraíso del que nadie puede expulsarte”. Es por ello, que en su narrativa se puede encontrar todos los elementos que configuran la vida de un barrio barcelonés, en el que la vida se configura entre los parámetros del cine de barrio, la lectura compulsiva de tebeos y el incipiente erotismo siempre en la penumbra de los cines de sesión continua.
En 1965, cuando era un escritor en ciernes, obtuvo el Premio Biblioteca Breve por su novela “Últimas tardes con Teresa”, En esta obra comenzó a desfilar la hueste de sus personajes inolvidables.
Su vida estuvo marcada por la muerte de su madre en el parto. Su padre se hizo cargo de él en su viudedad, pero su profesión de taxista le impedía cuidar al recién nacido como quisiera y lo dio en adopción a las pocas semanas de nacer, a un joven matrimonio apellidado Marsé, apellido que le dieron a su hijo adoptivo.
En la ciudad condal transcurrió su infancia y también residió en dos pueblos: de la provincia de Tarragona: Sant Jaume dels Domenys y Arboç del Penedés, donde residían sus abuelos. estudió hasta la adolescencia. A los 13 años comenzó a trabajar en un taller de joyería, abandonando los estudios porque siempre fue un mal estudiante que pasaba más tiempo en la calle jugando y los estudios le interesaban poco. Mientras ejercía dicho oficio comenzó a sentir nítidamente su vocación literaria y publicó sus primeros poemas en la revista Ínsula, entre 1957 y 1959, y obtiene el premio de cuentos Sésamo.
Apasionado lector de novelas de aventuras, única referencia cultural que tiene en su vida marcada por la penuria del barrio de trabajadores que le marca de forma indeleble y cuyos recuerdos, de los que se nutre principalmente su obra, conforman buena parte de las historias que relata en sus novelas.
La influencia política que recibe de su padre adoptivo que había sido de Esquerra y, después del PSUC, pero como militante atípico, yendo por libre, calaron hondo en el joven Marsé que se declara un "voyeur del anarquismo" por la fuerte influencia paterna, pues Marsé consideraba a su padre más como un resistente que como un anarquista.
Su primera novela empieza a escribirla cuando tenía 22 años, Encerrado con un solo juguete, con la que queda finalista en el premio Biblioteca Breve de 1960 que queda desierto por falta de quorum y que le lanzó en su carrera literaria, aunque el escritor no se encontraba satisfecho, a pesar de las buenas críticas recibidas por esa obra que se ajustaba al estilo de realismo social entonces muy en boga..
Se traslada a París ese mismo año, siguiendo los consejos del poeta Gil de Biedma, y empieza a trabajar como mozo de almacén en el Departamento de Bioquímica Celular del Institut Pasteur, al servicio de Jacques Monod, Premio Nobel y de ideología comunista, con el que mantiene conversaciones sobre la España franquista y comienza su relación con el PCE, influido no tanto por Monod, sino porque dicha organización hacía un fuerte oposición al Gobierno de Franco, partido que abandonó por surgir fuertes desavenencias con sus dirigentes por la intransigencia que mostraban ante la conducta sexual de uno de sus miembros que no era la ortodoxa.
De regreso a Barcelona, en 1962, publica Esta cara de la luna, obra que no figura en sus obras completas por deseo del escritor que la rechaza. Años más tarde, en 1965, publica Últimas tardes con Teresa con la que obtiene el premio Biblioteca Breve de Seix Barral y que se define como una crítica o parodia de la novela social en sus dos modalidades: la primera, como la expresión del sufrimiento del pueblo y, la segunda, como la constatación de la decadencia de la burguesía, pero siempre desde el lado de la caricatura y el esperpento, ya que Marsé afirma ser un gran admirador de Valle-Inclán.
A partir de entonces, se dedica de pleno a la literatura y abandona definitivamente su oficio de joyero. Empieza a colaborar como columnista en periódicos y revistas, así como colabora con editoriales y escribe diálogos cinematográficos junto a Juan García Hortelano que era amigo suyo.
En 1966 contrae matrimonio con Joaquina Hoyas de la que tiene dos hijos. También, publica en 1970 una extraordinaria novela titulada La oscura historia de la prima Montse, en la que se pone de manifiesto las coordenadas literarias que ha seguido a lo largo de su trayectoria literaria hasta el momento. y que son la nota definitoria de toda su obra y sirven para comprender el universo literario de este autor.
Fue a partir de 1970 cuando comienza a escribir una novela que se considera cumbre en su carrera literaria Si te dicen que caí, publicada en 1972, considerada una de las más importantes novelas escrita después de la guerra. En esta obra aparecen unos relatos inventados por los protagonistas llamados aventis que continuarán apareciendo en bastantes de sus obras posteriores
Se vio obligado a publicarla en México, país en el que recibió el Premio Internacional de Novela, por haber sido censurada en España. En este título, inspirado en su infancia y en el territorio en el que se desenvolvió, se encuentran las claves de toda su obra, al poner de manifiesto su sempiterna actitud crítica ante la realidad sociológica de la época en la que transcurre, los años de la reciente posguerra, y ese tono de continua crítica y rechazo a lo establecido será siempre el marco en el que discurrirán obras posteriores en las que pone de manifiesto su continua rebeldía ante una realidad social que no le gustaba ni le gustará nunca, porque su actitud no ha cambiado con el paso de los años, manteniendo siempre su actitud beligerante sea cual fuera la sociedad en la que viva.
Comienza a colaborar con la revista Por favor, manteniendo una columna dedicada a relatos sobre personajes de actualidad con la que consigue un gran éxito. El Premio Planeta se le otorga por su novela La muchacha de las bragas de oro,obra a la que sigue Un día volveré (1982) y Ronda de Guinardó (1984), novelas en las que la materia narrativa se compone de la propia memoria del escritor, de sus vivencias y sensaciones que le sirven para componer el tejido narrativo de sus historias, como si, además de escribir una obra literaria, con ella también exorcizara a sus propios demonios interiores en un intento de, al recobrar la memoria de sus años vividos, recreara de nuevo aquel tiempo, a los personajes que lo habitaron y a su propia e íntima verdad personal que se incardina así en la historia colectiva de un pueblo. El propio autor afirma que la realidad en sí misma le importa poco y que prefiere la realidad inventada, porque en ella y en su interpretación se encuentran verdades profundas, claves para interpretar lo vivido, el tiempo que ya no volverá y se encuentran así los signos descifrados de un pasado que empieza a tener vida, coherencia y significado cuando ya no existe, paradójicamente, y sólo lo hace en la memoria del escritor que la revive a través del lenguaje, de la palabra, de la memoria y la emoción.
A partir de 1990 se produce su consagración y éxito como escritor ya consolidado. Recibe el Ateneo de Sevilla por El amante bilingüe; y en 1994 le conceden por su novela El embrujo de Shanghái el Premio de la Crítica y el Aristeion, premios estos que revalidan aún más su triunfo como escritor. Después, un largo silencio de siete años hasta que vuelve a publicar, en el 2000, su última novela, Rabos de lagartija, que es premiada doblemente con el Premio de la Crítica y el Nacional de Narrativa, siendo este último el primer reconocimiento oficial que se le hizo con demasiado retraso a este escritor, una de las más importantes figuras del panorama literario español. También recibió por esta novela el Premio Juan Rulfo que es el más alto galardón literario que concede México.
.En 2001 publicó una selección de artículos sobre cine que habían sido publicados anteriormente en la prensa, entre 1995 y 1996, con el título Un paseo por las estrellas. También, Cuentos completos (2002) es como su título indica los relatos cortos escritos desde 1957. En 2005 publicó, también, la novela Canciones de amor en el Lolita’s club.
Su obra rompió con las técnicas narrativas que existían en España en la década de los sesenta y setenta, además de llevar la carga ferozmente crítica que es una constante en su narrativa. Se define Marsé como un escritor catalán que escribe en español. Su narrativa se relaciona con la de escritores con los hermanos Goytisolo, García Hortelano o Martín Santos, todos ellos que empezaron a escribir en la misma época que Marsé: entre los años 1955 a 1970.
Sin embargo, no se le puede encuadrar en ninguna de la tendencias narrativas que existen en la actualidad, porque su obra ofrece unas características peculiares, singulares, que la hacen distinta a todos los "ismos" literarios, incluso tampoco puede ser encuadrado en el "realismo mágico" que es el movimiento literario al que más se aproxima, pero sin que se pueda calificar como tal a su estilo que supera a la llamada novela social de los años cincuenta.
Hay una constante en su obra que es el mito del padre lejano y desconocido que impregna todas sus novelas como una especie de sombra, de trauma no resuelto y de fantasma que planea sobre el escritor de forma sutil pero presente y que otorga a su narrativa un eco de pérdida y añoranza que no mengua con los años.
La muerte de Juan Marsé ha dejado en la literatura española una profunda huella y un vacío muy difícil de llenar, porque toda su obra está impregnada de un estilo personal inconfundible e inimitable, ajena a las diversas modas literarias, anodinas e insultas, que llenas las librerías de títulos escritos en serie por mercenarios de la literatura.
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