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La calle Ancha de San Bernardo

Iglesia de Monserrat, Madrid
Iglesia de Monserrat, Madrid
Sala de cine Cinemax
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La calle Ancha de San Bernardo


Antonio Machado Sanz

Rafael y Jacinto habían desayunado como todos los días en el Café Comercial y se preguntaron, ¿hacía donde dirigimos hoy nuestros pasos?

Jacinto manifestó en tono jocoso.

-Dejemos a nuestras cansadas piernas vagar por donde quieran.

-Pues empecemos por la calle Manuela Malasaña -dijo Rafael y añadió-, mira que me cuesta anteponer el Manuela, desde niño la conocí sólo por el apellido.

Al llegar a la calle de San Bernardo, decidieron bajar la empinada cuesta hasta la calle del Noviciado.

A la altura del número 79, donde se encuentra la Iglesia de Montserrat, se detuvieron y Jacinto habló.

-Creo que ya te he comentado que en esta parte de la calle estuvo la primera fuente por la traída de aguas del río Lozoya que realizó el Canal de Isabel II, el 24 de junio de 1858. Junto a la glorieta existe, como homenaje, un pequeño monumento recordatorio de tal hazaña.

-Sí, asistió la Reina, que fue quien abrió la gran llave para dejar salir un gigantesco surtidor.

Fracasó, pues ese día hizo tanto viento que el agua se elevo lo justo para mojar a los asistentes y regar la calle, que se convirtió en un rio, pues, como ahora, tenía un desnivel exagerado.

-Acudió también su consorte, Don Francisco de Asís, el hijo de la reina, que luego sería el Rey Alfonso XII, y el Ministro de la Gobernación, Sr. Posada, que, según contaron, susurró a Isabel II: “Hemos tenido la suerte de ver un rio poniéndose de pie”.

-¿Y, qué fue de aquella fuente?

-Como casi todas las fuentes de Madrid salió viajera, al final el surtidor se puede observar hoy en el estanque del Palacio de Cristal y el vaso en la Casa de Campo, después de pasar algunos años en los Cuatro Caminos. Esta traída de aguas supuso el final de los aguadores.

Como la puerta de la Iglesia estaba abierta, aprovecharon para echar un vistazo a la misma. Un coro gregoriano ensayaba sus polifonías junto al altar mayor, después se enteraron que la comunidad canta esa música a las doce horas casi todos los domingos.

En un rincón de la iglesia uno de los benedictinos, les explicó el origen del templo, su fundador fue el Rey Felipe IV que en 1640 trajo desde Montserrat a 14 monjes castellanos, expulsados de allí por otros religiosos catalanes de su misma Orden, eran aquellos días de la insurrección de Cataluña contra el rey de España.

Comenzaron los trabajos en 1668, reinando Carlos II y bajo la dirección de Sebastián Herrera Barnuevo, arquitecto, escultor y pintor barroco español, muy conocido en aquella época, que llegó a ser pintor de cámara. Fue financiada la obra por el Marqués de Llansol en 1690. Se paralizaron las obras treinta años después y no se reanudaron, por eso tiene una sola torre.

El monje continuó su relato.

Hace años las campanas de la Iglesia tañían a medianoche por el alma de Felipe IV, pues a esa hora se enteró la congregación de su fallecimiento, aunque después cambiaron el toque al atardecer, se sobreentiende que para no molestar al vecindario.

En 1836, con motivo de la desamortización de Mendizábal, el edificio pasó a ser cárcel de mujeres y dicen que también fue un salón de baile.

Los benedictinos volvieron a la iglesia en 1914, y ese mismo año fue declarada Monumento Nacional.

Agradecieron las explicaciones y salieron por la escalera de cinco peldaños de irregular tamaño, a causa del desnivel de la calle.

Siguieron descendiendo por la calle Ancha de San Bernardo y llegaron la esquina con la de San Vicente Ferrer.

-¿Te acuerdas lo que había en esa casa nueva?

-Claro, como no me voy a acordar, el Cinema X.

Hasta me acuerdo de algún programa doble, uno de ellos, al que asistí con mi padre, fue “San Francisco”, película de 1936, sobre el terremoto de aquella ciudad americana, con Clark Gable, Jeanette MacDonald y  Spencer Tracy y “Ladrón de bicicletas”, de 1948, dirigida por Vittorio de Sica.

-Bueno, está bien, pero, a que no recuerdas qué pusieron el día que mataron a John F. Kennedy, el veintidós de noviembre de 1963.

-Eso es para nota.

-Sólo sé que una de ellas era “Los dientes del Diablo, un filme sobre la vida de unos esquimales, de 1960, dirigida por Nicholas Ray e interpretada por Anthony Quinn, Yoko Tani y  Peter O'Toole.

Me enteré del asesinato cuando acabó la función. Al tomar el Metro todo el mundo iba hablando de eso.

Y continuaron su matinal paseo por la calle del Noviciado, pero eso, ya, es otra historia.



 

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