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¿Un ateísmo católico?

Catolicismo y ateísmo

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¿Un ateísmo catóico?

Ängel Manuel Sánchez García“El catolicismo es derecho romano más filosofía griega. Es nuestra tradición" (Gustavo Bueno, filósofo ateo católico)

Sí, no es un título disparatado. Existen ateos católicos, y al contrario de lo que pudiera parecer, la existencia de ateos o agnósticos que se reconocen también como católicos es un fenómeno en expansión en nuestra sociedad occidental y concretamente latina.

Estudiando a la sociedad israelí y judía, uno puede detectar en ella una fuerte conciencia entre los judíos de pertenencia al judaísmo, que no solamente es religión, sino que es más que eso, es civilización occidental con Lengua, Nación, Tierra, Cultura y Religión propios. Para los judíos, el judaísmo no es solo una religión. Una definición así de reduccionista con el judaísmo no es judía, es no judía.

Dentro de los judíos y, sin afectar con ello a su sentimiento de pertenencia al judaísmo, la realidad es muy diversa. Existen judíos religiosos y no religiosos. Dentro de los judíos religiosos los hay ortodoxos y heterodoxos o liberales, y dentro de los no religiosos los hay ateos y agnósticos, y dentro de ambos, los encontramos tradicionalistas y modernistas.

Este sintético análisis socio-religioso del judaísmo es un buen patrón de estudio porque versa sobre un reducido número de seres humanos. Alrededor de trece millones de judíos hay en el mundo, los cuales la mitad aproximadamente, viven en Israel y el resto en la diáspora. Considero homologable y comparable esta síntesis con la otra civilización hermana menor de la judía, la cristiana. La civilización judía es parte minoritaria de la civilización occidental (judeocristiana) y constituye en sí misma una realidad dinámica y vanguardista en el desarrollo de nuestra civilización.

En primer lugar porque convive (y no pacíficamente) con otra civilización que no es occidental, la musulmana, lo cual le exige un gran esfuerzo identitario, porque en Oriente Medio, los judíos son una minoría demográfica y; en segundo lugar, porque lejos de reducirse el judaísmo a la práctica de una religión, su constitución es plural y dinámica porque de la misma manera que vive en la dialéctica de la confrontación con la civilización musulmana, vive esa misma dialéctica de confrontación con la civilización cristiana y laica, predominante en la civilización occidental, y dentro del mismo judaísmo está también inmerso en una confrontación entre judíos seculares y religiosos. Téngase en cuenta que el judaísmo no es proselitista y que, por razones históricas, no tolera bien la asimilación con los demás pueblos. No hay que olvidar que de las Doce tribus de Israel, diez están “perdidas", es decir, asimiladas. El judaísmo tanto religiosa como culturalmente ha sido, es y seguirá siendo, el fenómeno civilizatorio en occidente más identitario, ingenioso y reaccionario de su Historia.

Partiendo de esta tesis, el judaísmo nos enseña que internamente, en la civilización occidental, existe también esa dialéctica de la confrontación (que no es enfrentamiento sino relación entre contrastes) que trasciende la dialéctica cultural entre la cultura religiosa y no religiosa, históricamente enfrentadas (secularidad versus sacralidad). Todo está más relacionado de lo que podríamos esperar.

Frente a un relativismo cultural decadente, irracional y no pocas veces moralmente frívolo y, que es a mi parecer, consecuencia de la cultura de la opulencia en la que occidente ha vivido desde la caída del Muro de Berlín, emerge una confrontación real entre quienes consideran como único progreso la secularización radical de la sociedad y entre quienes consideran como retroceso el reseteo cultural del sustrato judeocristiano que esa secularización, cuando es agresiva, realiza. Con ello remarco una idea anterior, que el Cristianismo no sólo es una religión, es una civilización que se apoya en una antropología humanista (el Ser Humano como medida para todas las cosas) cuyos principios y valores se asientan en la Libertad y Dignidad del Ser Humano, que es realidad y valor tan material como espiritual, y que explican que la civilización occidental (judeocristiana) es la que más desarrollo ha tenido en la Historia de la Humanidad.

Como consecuencia de una reacción frente a corrientes de la secularización agresivas con el Humanismo judeocristiano como el materialismo radical (marxista, liberal o nihilista) se extiende entre los occidentales una nueva corriente, el tradicionalismo cultural, donde paradójicamente convergen junto a los occidentales religiosos cristianos, occidentales no religiosos (ateos o agnósticos) pero que son conscientes del valor del sustrato cultural judeocristiano, y parten de una idea positiva de la Historia de Occidente desde que se inicia en Grecia (filosofía), se desarrolla en Roma (derecho) y se expande por todo el mundo gracias al Cristianismo, religión que sí es proselitista, dando lugar al Humanismo cristiano.

El modernismo no lo considera así. El modernismo valora negativamente tanto ese sustrato como la evolución histórica de occidente que ellos sitúan no tanto en Grecia y Roma, como propiamente en la Revolución Francesa y la Revolución Industrial. En su deseo de contrarrestar la influencia cristiana, filósofos como Nietzsche trataron de crear una nueva moral no judeocristiana. Otros, en cambio como Locke construyeron una antropología cientifista y otros como Marx, una antropología economicista,. Ninguno de ellos basó la subjetividad o la emocionalidad como principio de una nueva antropología, eso ha venido recientemente con la pos-modernidad, donde la racionalidad ha entrado en directa confrontación con la irracionalidad (emocionalidad).

Si la realidad es aquello que sentimos, qué espacio queda para el respeto al valor absoluto que representa el Ser Humano que es realidad objetiva.

La rebelión de muchos ateos y agnósticos frente a esta neo-cultura basada en la simple emocionalidad (cultura woke o progre) les ha llevado a entender que esta neo-cultura es consecuencia de la deshumanización a la que un materialismo radical y emocional nos ha llevado. Es por ello, que exista un número creciente de ateos y agnósticos con necesidades identitarias que sólo la cultura judeocristiana satisface porque en ella se destierra el relativismo moral y la irracionalidad más desordenada.

Es por ello, que existe un número creciente de ateos y agnósticos que son conscientes de que son (judeo)cristianos porque frente a otras civilizaciones como la musulmana (creciente en occidente) o corrientes internas como la pos-modernista (muy autoritaria), es decir, saben lo que son porque saben lo que no son. Así puede explicarse que, pese a que el número de practicantes religiosos sea minoritario, la afluencia, a procesiones de Semana Santa, fiestas o eventos religiosos, es creciente y/o respetuosa. Al igual pasa en la política, hay un resurgimiento muy acusado de partidos políticos conservadores. Quién sabe si este fenómeno también se deba a que como dicen los judíos: "En realidad no hay judíos ateos o agnósticos, sino judíos congraciados o enfadados con Dios”.

Esta es la dialéctica espiritual por esencia del ser humano occidental. Nuestra civilización avanza a fuerza de paradojas y, el judaísmo siempre está ahí, cual Hermano Mayor, para iluminarla e impulsarla; este es el sino del Pueblo Santo de Israel.