Usted está aquí:  >>> Notas históricas 

Alfonxo IX de león

ALFONSO IX DE LEÓN

TERESA DE CASTILLA
TERESA DE CASTILLA
ALFONSO IX DE LEÓN
ALFONSO IX DE LEÓN
BERENGUELA DE CASTILLA
BERENGUELA DE CASTILLA

 

l

ALFONSO IX ULTIMO REY DE LEON. DE 1188 A 1230

----ULTIMO REY DE LEON

----PADRE DE FERNANDO III EL SANTO

----TUVO UNA INFANCIA DIFICIL Y SOLITARIA.

---- UNA FAMILIA COMPLICADA (19 HIJOS)

----CREADOR DEL ESTUDIO GENERAL DE LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA

----NO PARTICIPÒ EN LAS NAVAS DE TOLOSA

----AVANZÓ HACIA EL SUR CON IMPORTANTES CONQUISTAS Y REPOBLACIONES.

----CONVOCÓ LAS PRIMERAS CORTES DE EUROPA

Laura López Ayllón
Alfonso IX de León nacio en Zamora en 1171 y murió en Villanueva de Sarriá en 1230. Los cronistas lo describen como hombre arrogante y de buen talle, de pelo rubio, forzudo, con gran fortaleza de ánimo y con una voz que era “quasi leo rugiens” cuando se enfadaba con criminales o revoltosos. Su único biógrafo, Julio Clemente, dijo en 1944, que era de buen temple, clemente, misericordioso, piadoso y buen cristiano, aunque de humor variable, pero no se conservan retratos de él.

Fue educado por una nodriza, pues sus padres fueron obligados a separarse por mandato del Papa y la joven reina de 22 años, Teresa de Portugal, abandonó a su hijo de cuatro años y se retiró al monasterio de Dueñas de la Orden de San Juan de Jerusalen. Sus ayos fueron los Condes de Traba y don Juan Arias que le dieron educación militar y con ellos adquirió su amor a Galicia y a la tierra gallega, donde volverá en los momentos críticos de su vida y donde será enterrado. Recibió también educación en Letras y Derecho y su estudio le proporcionó una especial pericia como legislador.

Fue educado por mujeres pero la falta de su madre, a la que creyó muerta en la infancia y volvió a ver en la adolescencia, le produjo según su biógrafo un trauma en su edad adulta que derivó en una escasa estima hacia las mujeres y a utilizarlas como instrumento de placer, sin efecto duradero.

El nuevo matrimonio de su padre con Urraca López de Haro y el nacimiento de un nuevo infante, Sancho Fernández, nacido de matrimonio legítimo cuando el de sus padres no lo había sido, le produjo animadversión hacia su madrastra hasta el punto que reaccionó y dejo la corte a los 16 años.

Se dirigió hacia Portugal pero la muerte de su padre le sorprendió antes de llegar a la frontera y volvió con sus partidarios a León, donde recuperó el cuerpo de su padre y lo acompañó a Santiago según sus deseos que no se estaban cumpliendo.

Ante las instigaciones de la madrastra y de ciertos nobles en 1188, convocó en San Isidoro de León una curia extraordinaria que reunió no sólo de la nobleza y de la iglesia sino también de los que delegados de las ciudades, que tributaban y constituirían poco después la clase burguesa de las ciudades, a los sesmeros (agricultores), pecheros (que tributaban o pechaban) y “omnes de pequeña manera” como ha quedado reflejado en las actas de estas cortes.

Esta Curia, a la que siguieron otras, dictó decretos transcendentales para la historia política de años más tarde, ha sido considerada la primera corte de Europa.

Hoy los cronistas contemporáneos están de acuerdo en que fue un hombre inteligente y abierto a innovaciones en todos los campos y que su corte fue un centro cultural donde acudieron trovadores y artistas y se le considera creador del Studium Generale de Palencia, que fue el primer centro de enseñanza superior de la España Cristiana, fundada en 1208 por Tello Tellez de Meneses en la plaza de San Pablo de la ciudad de Palencia y en ella estudiaron personajes como Domingo de Guzman y Gonzalo de Berceo., se estudiaron materias como el Trivium (Gramática, Retórica y Lógica) y el Quadrivium (Aritmética, Geometría, Astronomía y Música) y se salía con el título de licenciados en Teología y Artes. En Palencia se estudió también derecho.

Sus estudios derivan de las escuelas catedralicias y fueron la base para la preparación de las grandes profesiones como médicos, legisladores, canonistas y teólogos y el Papa Urbano IV alabó los estudios que allí se impartían.

Mantuvo serias diferencias con Castilla y en ocasiones se alió con los almohades. Tampoco participó en la batalla de Alarcos ni en la de las Navas de Tolosa, donde estuvieron el resto de los reinos peninsulares, pero fue rey guerrero que avanzó hacia el sur agrandando sus territorios y conquistando Valencia de Alcantara, Cáceres, Mérida y Badajoz y todo el territorio situado al norte del río Guadiana y en todas sus conquistas propició la repoblación.

En cuarenta años de reinado estuvo casado con dos mujeres, su prima hermana Teresa de Portugal, que le dio tres hijos, (Sancha, Fernando y Dulce) y Berenguela, con la que tuvo cinco, y ambas fueron dos mujeres excepcionales, a las que supo valorar mientras duraron sus matrimonios , pero mantuvo relaciones con otras muchas de modo que al final de su reinado tuvo diecinueve hijos, con los que siempre mantuvo relación filial y proporcionó buena educación.

Su matrimonio con Berenguela, que era nueve años más joven, pues tenía 17 años cuando boda tuvo lugar en 1197, cuando él alcanzaba ya los 26, se celebró en la Colegiata de Valladolid, ciudad que Alfonso VIII le había dado en dote a su hija y tras la ceremonia. El novio se llevó a su mujer a su reino a golpe de caballo. A las celebraciones asistieron las cortes de ambos reinos y los “grandes omnes”, que habían jugado un papel importante en conseguir el enlace, pero los cronistas posteriores no los recogieron, pues eran todos clérigos.

La llegada de Berenguela al viejo León, acompañada de consejeros castellanos, consiguió, según Lucas de Tuy,
convencer a su marido para corregir los fueros, rehacer el palacio real, donde vivían los hijos del rey, y restaurar las murallas de la ciudad. La joven reina, que era amable y tenía un particular don de gentes, encandiló y atrajo a sus nuevos súbditos pues se interesaba por mejorar sus condiciones de vida.

El matrimonio, que trajo la paz entre Castilla y León y ”la tierra se calmó por un tiempo” según Jiménez de Rada, tuvo cinco hijos en seis años de los que vivieron cuatro, y de ellos Fernando III, que unificó Castilla y León.

El papa Celestino III puso en marcha un entredicho contra Alfonso y Berenguela por parentesco de tio y sobrina, y una sentencia de excomunión que afectaba también a los altos cargos eclesiásticos que habían apoyado inicialmente a los reyes, pues se daban abusos entre los dirigentes eclesiásticos españoles, y eximía a los súbditos leoneses del vínculo de fidelidad y obediencia hacia sus reyes.

La pareja intentó arreglar la situación y se mantuvo un tiempo unida hasta que llegó el heredero Fernando, a quien amamantó directamente su propia madre, y que se unió a los otros hijos Alfonso, Leonor, Constanza y Berenguela.

La única biografía de Alfonso IX es la escrita en 1944 por Julio Gonzalez y por ello algunos historiadores reclaman que se haga otra más completa, pues su hijo Fernando III fue el rey que unificó Castilla y León auspiciado por su madre Berenguela, la hija de Alfonso VIII.

Hoy se considera que tuvo “mala prensa” y que sigue siendo un “gran desconocido” pues tres historiadores como Lucas de Tuy, Jimenez de Rada y Juan de Osma no le trataron muy bien probablemente por ser eclesiásticos y no contemplar todos los aspectos de su vida y reinado.

H. Salvador Martínez, autor de la última biografía de Berenguela, considera que el verdadero Alfonso IX de León, llamado “El baboso” por los cronistas árabes por su ardor guerrero y ensalzado por los trovadores de su corte, estaría a medio camino entre ambas posturas.

Berenguela negoció la renuncia de sus dos hermanas Sancha y Dulce, hijas del primer matrimonio de su padre con su prima hermana Teresa de Portugal, en la llamada Concordia de Benavente. Por este acuerdo las dos hermanas fueron a un convento a cambio de 15.ooo doblas de oro anuales, ya que su hermano, llamado también Fernando “El portugués” falleció cuando el castellano era todavía joven.

Alfonso IX, aficionado a la poesía y a la música, fue también un gran amante de la justicia, y aborreció los vicios que corrompían el reinado como consecuencia de las guerras civiles, por lo que aumentó las penas de los delincuentes y estableció que los jueces tuvieran un salario público para que no se dejasen sobornar ni dependieran de los pretendientes y que, en casos de litigio se sometieran a la justicia real. Si desobedecían perdían la caloña de 500 sueldos o sea se quedaban sin su condición de nobles.

El rey Alfonso IX defendía también el derecho a la inviolabilidad del domicilio y consideraba inocente a quien matara por defender su casa.

Una estatua conmemora en la plaza de Santo Martino de León mirando a San Isidoro las actuaciones de Alfonso IX y una calle recuerda donde estuvo la Universidad de Palencia.

 

Los textos, videos y audios de esta web están protegidos por el Copyright. Queda totalmente prohibida su reproducción en cualquier tipo de medio o soporte, sin la expresa autorización de sus titulares.
Editanet © Copyright 2017. Reservados todos los derechos