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El cine Alexandra

ElEl cine Alexandra

Ciine Alexandra

 

Ek cine Alexandra

Antonio Machado Sanz

Al terminar Jacinto Y Rafael su desayuno matutino, iniciaron su habitual paseo.

Descendieron por la calle de San Bernardo, y dijo Jacinto.

–Ves ese supermercado en el número 63, en el que tanto hemos comprado, pues me he enterado que ahora esa edificación es una residencia estudiantil.

-No, ¡en lo que ha acabado la Casa-Palacio de Don Antonio Barradas!, con su estilo neoclásico madrileño del año 1799 - replicó Rafael.

A la altura del número 49, comentaron que el edificio, desde 1602 fue Noviciado de Jesuitas y con motivo de la desamortización de Mendizábal, pasó a ser propiedad del Estado en 1826.

En 1843 para continuar la obra del Cardenal Cisneros y su Universidad Complutense, fue nombrado Universidad Central. Ahora lo ocupan su Paraninfo, el Consejo Escolar del Estado y la Real Academia de Doctores.

Fue la sede de la Comunidad de Madrid hasta la construcción del su nueva sede en Vallecas.

Continuaron acera adelante, pasaron por el Ministerio de Justicia y llegaron hasta el número 63. Se detuvieron ante el Hotel Sterling.

-¿Te acuerdas que aquí hubo un cine? –dijo Jacinto.

-Pues claro -replicó Rafael-, el Cine Alexandra, con su hotel y su restaurante. Primero fue cine de reestreno, después de Versión Original y al final de su existencia de Arte y Ensayo.

-Cuando levantaron un poco la censura eclesial, en aquella Semana Santa, pudimos ver en su pantalla películas infantiles, no solamente Barrabas, La túnica Sagrada, El Judas y tantas otras de ese estilo. Lo primero vi fue un Festival de Tom y Jerry.

Ambos sonrieron al recordarlo.

Cruzaron de acera y se pararon frente a la calle Antonio Grilo, en su esquina estaba el Club Naykas, que está cerrado.

Ambos dijeron que no habían entrado nunca, ni de jóvenes, siempre les impresionó su puerta cerrada y su mala fama.

-Creo que era un club problemático. Todavía está el cartel en la puerta blanca que dice “cierra sola”.

Rafael asintió con la cabeza.

En la otra esquina observaron un establecimiento de la cadena Día.

–Lo conocí como una Agencia de Seguros, y tenía unas rejas que le hacían parecer una sucursal bancaria –comentó Jacinto-. Después trasladaron al local la conocida Librería Fuentetaja, que anteriormente estuvo en el número 48 de esta calle de San Bernardo. Todavía veo el desaparecido edificio de dos plantas y su ático, siempre pensé que sería propiedad de un pintor, por su enorme ventanal que evocaba a los de París. Ahora están construyendo una casa de seis alturas.

-¿Sabías que en el siglo XVI, en el solar donde se ubica el supermercado, estuvo el Hospital de Convalecientes que fundó Bernardino Obregón en 1579, durante el reinado de Felipe II? –preguntó Rafael.

-No, pero tú ¿sabías que esta calle -señalando la de Antonio Grilo-, es conocida como la calle maldita?

-Perfectamente, aún creo que conservo algún ejemplar del Semanario El Caso, que compró mi madre en el año 1962.

-Bien, búscalo y otro día la vistamos con detenimiento.

-Hasta mañana, amigo.

-Hasta mañana, Rafael.

 

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