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El Cid Campeador

eL cID cAMPEADOR

 

eL cID cANPEADOR

LMIO CID

RODRIGO DIAZ DE VIVAR

ESCUDERO DE UN REY

PROMOTOR DE UN JURAMENTO REAL

UN HOMBRE DE FRONTERA QUE GANO REINOS ENTEROS

SU VIDA PASO DE HISTORIA A GESTA Y PERVIVIO DURANTE SIGLOS

Laura López_Ayllón

El poema del Cid es la obra más importante del grupo de la poesía épica medieval vernácula en España. Fue considerada como un libro por cuanto es de gran extensión y tiene una clara unidad, nos dice Francisco López Estrada y su único texto procede de un manuscrito escrito con letra del siglo XIV que conserva la Biblioteca Nacional de Madrid.

AUTOR

Lo escribio Per Abbat o Pedro Abad en el sentido de poner en la letra de la escritura lo que significa que pudo o componerlo o copiarlo de otro manuscrito o solo fijar en la escritura, con letra gótica y en pergamino, lo que un juglar le iba dictando, de modo que Pedro Abad podría ser autor, coautor o copista. El texto considera la obra un libro, es decir, una obra de gran extensión de 3.725 versos y con una clara unidad argumental y de composición, con hechos no muy lejanos a la copia de Pedro Abab.

LA EPOCA

Respecto al momento de la copia existen dudas porque la letra C no aparece y podría estar debajo de una tachadura por lo que la fecha oscila entre 1245 (1207 en el cómputo actual) o 1345 (el 1307 del calendario actual) lo que deja un siglo de diferencia., pero los paleógrafos datan la letra del siglo XIV.

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En cualquier caso es una obra de gran envergadura y realizada con normas de un artificio artístico evidente. Está escrito en lengua vernácula y su organización expresiva esta destinada a ser comunicada de manera oral. El juglar se convierte en el intérprete de las obras que entretienen por medio de la comunicación oral de un texto, de modo que el poema estaría contando con que un juglar la interprete delante de un público.

Por ese motivo se utiliza el vocablo Señores para llamar la atención del público, y se supone que se valdría de los efectos de la representación dramatizada, de una mímica apropiada y de una ondulación rítmica de la voz con instrumentos musicales adecuados al caso.

El poema de Pedro Abad se complementa con otro poema sobre el personaje llamado “Mocedades de Rodrigo”, peor conservado, un breve trozo del “Poema de Roncesvalles” y junto a ellos el “Poema de Fernán González”, escrito en versión clerical pues está en cuaderna vía, e incluso de interpretaciones de datos conservadas en otros textos, en particular en las Crónicas de índole histórica.

Respecto al momento de la copia existen dudas porque la letra C no aparece y podría estar debajo de una tachadura por lo que la fecha oscila entre 1245 (1207 en el cómputo actual) o 1345 (el 1307 del calendario actual) lo que deja un siglo de diferencia., pero los paleógrafos datan la letra del siglo XIV.

En cualquier caso es una obra de gran envergadura y realizada con normas de un artificio artístico evidente pero escrito en lengua vernácula y su organización expresiva esta destinada a ser comunicada de manera oral. El juglar se convierte en el intérprete de las obras que entretienen por medio de la comunicación oral de un texto, de modo que el poema estaría contando con que un juglar la interprete delante de un público.

Por ese motivo se utiliza el vocablo Señores para llamar la atención del público, y se supone que se valdría de los efectos de la representación dramatizada, de una mímica apropiada y de una nta ondulación rítmica de la voz con instrumentos musicales adecuados al caso.

La obra de Pedro Abad se complementa con otro poema sobre el personaje llamado “Mocedades de Rodrigo”, peor conservado, un breve trozo del “Poema de Roncesvalles”,,,,,,,,,, y junto a ellos el “Poema de Fernan González” escrito en versión clerical pues está en cuaderna vía, También existen interpretaciones de datos conservadas en otros textos, en particular en las Crónicas de índole histórica.

Por parte de los árabes las hazañas de Rodrigo pueden rastrearse desde antes que en los libros cristianos pero en sus escritos sus referencias son negativas y, pese a que reconocen algunas de sus cualidades, nombran a Rodrigo como tirano, maldito e incluso perro enemigo y escriben sobre él sobretodo por el impacto que tuvo la pérdida de Valencia. Las dos obras más antiguas que hablan sobre él son la “Elegía de Valencia” y “El Manifiesto elocuente sobre el infausto incidente”.

EL PROTAGONISTA:RODRIGO DIAZ DE VIVAR

El personaje cuya historia se cuenta en el poema es Rodrigo Diaz, nacido en Vivar el año 1043,, que, como muchos caballeros, no era de alta nobleza ni estaba bien considerado en la corte de Fernando I, corte en la que empezó a destacar con un duelo con el navarro Jimeno Garcés, conde de Lizarra y hombre de mucha fama en estas lides, y que le valió el título de Campeador porque era el nombre que se daba al que conducía adecuadamente el combate y se alzaba con la victoria.

Su padre únicamente le dejo en herencia dos molinos en las margenes del rio Ubierna en los que los agricultores debian moler el grano y pagar impuestos por ello. Con todo y con eso su estirpe, descendiente de Laín Calvo por línea paterna y de una de las familias más importantes del reino por línea materna, le dio derecho a educarse en la corte de Fernando I, donde destacó por su destreza en el uso de las armas.

A la muerte de Fernando, que había repartido el reino entre sus hijos (Galicia para García, León para Alfonso y Castilla para Sancho), según nos cuenta Nicasio Salvador, los hermanos lucharon entre si y tras la batalla de Llantada, en la que ganó Sancho, señor natural de Rodrigo, y los hermanos se aliaron para quitarle Galicia a García en 1071 y más tarde la batalla de Golpejera, en la que intervino Rodrigo, obligó a Alfonso a exiliarse en Toledo.

COMO ERA SU SEÑOR NATURAL SANCHO?

Jose Luis Olaizola nos dice que Sancho, que nombró alférez a Rodrigo, era extremadamente belicoso y aficionado a solucionar los conflictos que se le presentaban por la fuerza de las armas. En su momento regía el FUERO JUZGO en el que se contemplaba la lid de caballeros armados en el palenque para solucionar los conflictos entre reyes en duelos individuales.

Uno de los más sonados fue el que mantuvo Rodrigo el año 1066, en el que se discutía si el castillo de Pazuengos pertenecía a Navarra o a Castilla y al que asistían numerosos nobles de ambos reinos. Participó por Navarra el conde de Lizarra, muy experimentado en estas lides, mientras que Rodrigo entonces era más joven e inexperto. Tras varias horas de lucha Rodrigo ganó al conde y desde entonces comenzó a ser conocido como “Campeador”, nombre que significaba vencedor en las armas.

El segundo encuentro famoso fue el año 1067 y en él Rodrigo hubo de enfrentarse, según nos cuenta el “Libro de los Reyes”, al moro Hariz, que defendía al rey de Zaragoza que se había negado a pagar a Sancho las parias habituales. La lid tuvo lugar en los prados de Barahona y allí el Campeador segó la cabeza del gigantesco moro y fue conocido y respetado por los asistentes.

Unos años más tarde, en 1072, Sancho intentó tomar la ciudad amurallada de Zamora donde se había hecho fuerte su hermana Urraca, pero allí un caballero italiano a las órdenes de la princesa llamado Bellido Dolfos se introdujo en el campamento y mató al rey Sancho mientras dormía. Rodrigo no se perdonó nunca haberse descuidado, y no haber protegido debidamente a su señor y pensó, como otros muchos jóvenes caballeros de la corte, que detrás del asesinato estaba la mano de su hermano Alfonso. Hoy se duda de la historia de Bellido Dolfos y la ciudad ha dado su nombre a un centro educativo.

La historia del protagonista del Cantar y la del auténtico Rodrigo Díaz comienzan a separarse. Los que siguen al Cid histórico nos cuentan que una comisión presidida por Alvar Fañez Minaya y de la que formaron parte el judío Elifaz y el cadí de Barbastro, comunicaron a Rodrigo que no querían como rey a Alfonso y que, conforme a las leyes visigóticas, se podría elegir monarca y que pretendían nombrar rey al Campeador. El judío ofreció su riqueza y el cadí sus territorios, pero Rodrigo resistió la tentación y arguyó que según la partida número XII de la ley visigótica, su deber era pedir juramento a Alfonso de que no había participado en la muerte de su hermano Sancho.

La jura tuvo lugar en la iglesia de Santa Gadea de Burgos, donde cuentan que Alfonso tuvo la faz demudada, y en cuanto se vio rey, privó a Rodrigo de su condición de alférez, por lo que este se retiró al monasterio de Cardeña, donde conoció a Jimena, con la que contrajo matrimonio el año 1074.

Las historias sobre Rodrigo y Jimena basculan, puesto que unos dicen que se conocieron en el monasterio de Cardeña, donde Jimena, nacida Eximina, se curaba de una caída de caballo, y se desposaron en Oviedo. Otra versión legendaria nos cuenta que el Cid mató al padre de Jimena, el conde Gómez de Gormaz y la posterior petición de la hija para casarse con Rodrigo.
En realidad, la Jimena histórica era hija del conde de Oviedo, es decir, estaba en un peldaño superior al de Rodrigo y era hija de una prima de Alfonso. Con el tiempo y dada la versión que difundió la película sobre el héroe, en el imaginario popular se mantuvo la versión de la muerte del padre por Rodrigo.

José Luis Olaizola nos cuenta que las hazañas del Cid fueron ya cantadas en la vida de Rodrigo hacia 1082, pero que su proyección como símbolo y como el primero de los grandes personajes de la literatura española se deben a un juglar anónimo de Medinaceli hacia 1140. Olaizola considera que probablemente el juglar de Medinaceli conoció a Rodrigo y que también lo conocían los oyentes del juglar sobretodo cuando exclamaba “que buen vasallo si oviese buen señor”.

Rodrigo, según Nicasio Salvador, fue desterrado de 1.081 a 1.087 tras una campaña de acusaciones por parte de muchos cortesanos que envidiaban sus éxitos militares como su actuación en Cabra o en el castillo de Gormaz. Nunca sabremos las verdaderas razones del destierro pero los textos históricos nos dicen que fueron razones políticas y que el rey sintió un gran dolor por la pérdida de un vasallo cuyo valor y pericia conocía bien.



El juglar nos cuenta en el cantar como sale al destierro con vasallos propios, pues en la época el lazo personal era más fuerte que los vínculos al rey. Nos cuenta asimismo como el pueblo es solidario con él, sobretodo en el episodio con una niña que le explica llorando la situación en que quedará su familia si le da ayuda. Es decir, Rodrigo no es descrito como un ser mítico dotado de poderes sobrenaturales pero fue un hombre como los demás que por sus virtudes -valor, lealtad al rey, respeto a la justicia, fidelidad, amor paternal y fe religiosa-se convierte en héroe y en arquetipo humano.

Lo que parece claro es que la Jimena real no estuvo en el monasterio de Cardeña, sino parte del tiempo al menos, en Asturias, mientras Rodrigo iba con su mesnada a Zaragoza en ese primer destierro. El Cantar tampoco es exacto en cuanto a los hijos que tuvo el matrimonio, porque nombra solo a dos hijas, en el cantar Elvira y Sol -en realidad Cristina y María-, y no aparece su hijo varón Diego, que moriría 17 años después de nacer en la batalla de Consuegra.

En la primavera de 1081 Rodrigo cuando Alfonso VI se dirigía a Toledo Rodrigo no se incorporó a la hueste regia sino que se quedó en Castilla alegando que se encontraba seriamente enfermo. Gonzalo Martínez Diez nos dice que es la primera noticia de que no fue muy buena la salud del Campeador durante toda su vida.

En este año Alfonso manda al destierro a Rodrigo que se dirige a Zaragoza donde se pone al servicio del rey árabe Mutamin frente a su hermano Alfayib Mundir, que estaba respaldado por los reyes de Aragón y Barcelona, y después al servicio de su hijo Mostair en 1086.

Al destierro le acompañaron vasallos y criados de su casa, aunque no se han conservado los nombres y además de los vasallos, siempre caballeros, otros servidores más humides que se encontraban ligados a su señor o a su casa por largos años de servicio.

Las razones del destierro no están claras y, si la literatura épica posterior insistió en presentar al rey como envidioso y vengativo, la historia hoy se plantea si el destierro no lo mandó el rey movido por la ira o por razones políticas y con gran dolor por la pérdida del vasallo cuyo valor y pericia conocía muy bien.

Nicasio Gallego nos cuenta que Rodrigo tomó Monzón y Tamarite y llegó a la zona de Morella, donde erigió el castillo de Olocau y obtuvo el sobrenombre de Cid o Mi Señor.
En enero de 1083 el Campeador rehúso volver a Castilla.

Cuando los almorávides, a los que se habían unido cinco reyes de taifas, entran en la península y derrotan a los cristianos en Sagrajas, Alfonso VI, que había pedido la primera demanda de socorro a la cristiandad en cuatro siglos, Rodrigo se plantea la vuelta a Castilla ya que la taifa de Zaragoza se estaba volviendo incómoda. La vuelta del Cid se hizo en un momento en el que contaba con el beneplácito o la conveniencia de todos: el propio Rodrigo, el rey Alfonso, el rey al-Mustain y del rey de Aragón.

El encuentro del Cid con Alfonso VI, que lo recibió con afecto, tuvo lugar en Toledo y allí Rodrigo besó las manos del monarca con toda probabilidad en diciembre de 1086, nos dice Martínez Díez. La petición del rey al-Qadir a Alfonso VI pudo ser la causa que motivó al rey Alfonso VI a enviar a Rodrigo a Levante, y hacia allí partió con una hueste numerosa y con un reconocimiento real de señorío subordinado al poderío real.

La “Historia Roderici” nos cuenta que el Campeador estaba en Castilla pagando la soldada a su mesnada y que mas tarde fue a Valencia, donde vino a acampar en las proximidades de Sagunto y se enfrentó por segunda vez con el conde de Barcelona. Acampado en Torres-Torres sometió a las comarcas próximas y se comprometió a proteger la ciudad contra cualquier enemigo.

La entrada del almoravide Yusuf en mayo o junio de 1088, hizo al rey volver a reunir al ejército con dirección a Aledo, y Rodrigo, para estar cerca de esta plaza, levantó su campamento de Requena y lo trasladó a Játiva. La batalla fue perdida por Yusuf por las discordias de los reyes de taifas.

Rodrigo no llegó a tiempo y la “Historia Roderici” cuenta que Alfonso se enfadó y estuvo airado y enojado. La “Crónica de los veinte reyes” nos dice que fueron apresados Jimena y sus hijos y que Rodrigo, seguro de su inocencia, envió explicaciones que, aunque no fueron entendidas, si provocaron la libertad de la mujer y los hijos para que pudieron reunirse con él.

Considerado traidor y condenado de nuevo al destierro, Rodrigo, instalado en Elche, restauró el protectorado castellano sobre las tierras de Valencia bajo la autoridad personal del Campeador. En este momento es cuando se produce la caída del caballo del Cid que le dejó magullado y herido y poco después fue aquejado de una grave enfermedad, nos cuenta la “Historia Roderici”.

El rey Alfonso VI intentó desalojar de Valencia al Cid en la primavera y verano de 1092 exigiendo a los castillos que le entregasen a él las parias que solían pagar a Rodrigo, pero después y, a pesar de lo que había puesto en marcha y como era rey y envió al Cid el perdón y la acogida en su gracia más amplia y generosa, lo que puso final a las desavenencias entre ambos.

Cuando los almorávides vuelven a entrar en la península, el Cid llevaba cinco años en Valencia y su obra se desmoronaba, por lo que comenzó a presionar la ciudad incendiando las aldeas y derribando las torres. En el arrabal de Alcudia donde se había refugiado mucha gente entraron y mataron a mucha gente, pero Rodrigo tropezó con su caballo y cayó al suelo aunque pudo luego recobrarse y cabalgar.

En 1093 los almorávides salieron de la ciudad que volvió a ser tributaria del Cid. El primer asedio de Valencia, nos dice Gonzalo Martinez, apenas había durado dos meses
y Rodrigo organizó su administración tras casi ocho meses de algaras y saqueos del campo de la ciudad.

Ante la nueva situación creada por la ruptura de los pactos suscritos en la ciudad, y ante la proximidad del ejército almorávide, el Cid ordenó la demolición de todos los puentes del Guadalaviar (Turia) y se inundó la vega para impedir la entrada salvo un camino muy estrecho, pero al mismo tiempo administró la justicia a los moros según la ley coránica y no los oprimíó lo más mínimo. Valencia quedó aislada y se combatía cada vez más cerca de los muros.
Consecuencia del asedio fue el agotamiento de los víveres y la muerte por hambre mientras no faltaban en el campamento del Cid y la gente caía muerta por las calles.

El segundo asedio se terminó, según Menéndez Pidal, tras la rendición de Ibn Yahhaf el 15 de junio de 1094 y el Cid entró al día siguiente y prometió el mantenimiento de todas las costumbres y usos de la ley coránica.

Ante la entrada del Cid en la ciudad el emir de los almorávides quiso intervenir militarmente para recuperarla y la hueste acampó en Cuarte, lo que hizo al Campeador pedir ayuda a Alfonso VI y tuvo lugar lo que se conoce como batalla de Cuarte, en la que el campamento entero cayó en manos del Cid.

Se volvió a organizar la administración, la justicia, la fiscalidad y la vida económica de una ciudad que volvía a la vida tras seis meses de asedio y en el documento en el que se refleja la donación del Cid a la ciudad contamos con la única firma autógrafa del Campeador.

El 15 de agosto de 1.097 murió en Consuegra, en una batalla que perdió Alfonso VI, el hijo de Rodrigo, Diego. Su hija mayor, Cristina, había casado con el infante navarro Ramiro Sanchez
y a su otra hija, María, se le atribuye un matrimonio con el infante don Pedro de Aragón y Navarra.

No se conocen datos sobre la muerte del Cid aunque la “Historia Roderici” nos cuenta que falleció en 1099 y en 1101 Jimena fue nombrada señora de Valencia. Alfonso VI entró en la ciudad pero no encontró caballeros dispuestos a defenderla y los cristianos salieron con todas sus pertenencias.
Y entre ellas se llevaron los restos mortales de Rodrigo que luego depositaron en Cardeña.

El Cid tuvo, según nos cuentan las crónicas, un valor personal extraordinario que se transmitía a todos los hombres que le seguían y destacaba por su habilidad y genialidad militar. Destacan también su fidelidad nunca desmentida a su rey. Se reseña también que fue un político que sabía mezclar y dosificar la firmeza con la generosidad y la magnanimidad, y que siempre ponía por delante la negociación y la vía pacífica par resolver los conflictos.

PERSONAJES DE LA HISTORIA

DOÑA JIMENA. Su esposa, nacida en la familia de los condes de Oviedo y sobrina de Alfonso VI, se mantuvo toda la vida a su lado, fue la madre de sus hijos y le acompañó en muchas de sus campañas. Los historiadores nos cuentan que tuvo mucha influencia entre los miembros de la mesnada de Rodrigo y en él en lo relativo a las cuestiones familiares.

DON SISEBUTO. Abad del monasterio de Cardeña por el que Rodrigo tenía gran devoción y que algunas versiones hacen intervenir en el matrimonio. Posteriormente fue declarado santo.

ELIFAZ. Judio riquísimo devoto del Cid.

CADI DE BARBASTRO. Rey de Taifas admirador de Rodrigo.

ALVAR FAÑEZ MINAYA. Alferez del Cid cuya espada estaba considerada la mejor después de la de su señor.

MUTAMIN.Rey de Zaragoza al que Rodrigo protegió durante mucho tiempo. Era considerado un hombre cultísimo por sus conocimiento sobretodo de las matemáticas.

BEN YUSSUF. Almorávide islamista que vino a la península desde Africa y combatió a los reinos cristianos venciendo en Sagrajas y otras batallas. Unicamente fue vencido por El Cid en la batalla de Cuarte.

DOÑA ELVIRA Y DOÑA SOL. Sus hijas que en realidad se llamaban María y Cristina y que, tras recibir la famosa afrenta de Corpes y ser vengadas por la hueste de Rodrigo, casaron con Ramón Berenguer III de Barcelona y con Ramiro de Navarra.

 

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