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Alto y claro
Día del Libro
Día del Libro
Un libro, un día al año, no hace daño
Ana Alejandre
El pasado 23 de abril se celebró en todo el mundo el Día del Libro. y del Derecho de Autor. Esta fecha fue proclamada para dicha celebración en 1995, durante la Conferencia General de la UNESCO, con el deseo de fomentar la lectura y aprovechando la supuesta y coincidente fecha del fallecimiento de los escritores William Shakespeare, Miguel de Cervantes y el Inca Garcilaso de la Vega, que se data, supuestamente, el mismo día elegido para dicha celebración, 23 de abril, pero de 1616.Esos tres nombres juntos son un excelente reclamo para publicitar el libro entre los posibles lectores, algunos indecisos y recelosos hacia la lectura, que celebran o al menos se enteran de que ese es el Día de Libro, dándole un poco de atención a ese objeto que durante el resto del año no les atrae ni lo consideran necesario y, por ello, no van a buscarlo a una librería en todo el año, a no ser como objeto de regalo.
Como la publicidad tiene el dicho de que “lo que no se anuncia no existe”, si no fuera por este Dia del Libro y las correspondientes Ferias dedicadas a él, muchos ciudadanos considerarían que el libro es algo que es real, pero que no entra en la órbita de sus apetencias lúdicas, por considerar a ese preciado objeto como algo totalmente prescindible en sus vidas.
Al igual que existe el Día del Abuelo, el Día del Niño, el Día de la Madre, etc., para hacer visibles estas figuras que nos rodean, pero que no reciben siempre la atención que merecen y a las que hay que resaltar para que se les conceda mayor deferencia y tiempo del habitual, haciéndolas protagonistas de sus vidas por un día, muchas veces desprovistas de la consideración y la atención debidas, se creó también el Día del Libro.
Para conseguir estos fines de atención con el correspondiente Día de…, en el caso del libro han servido de disculpa y de reclamo publicitario la fecha supuesta de la muerte de esos tres grandes escritores de diferentes latitudes, con el fin de atraer la atención no de los genuinos lectores, sino de aquellos que tienen que encontrar un atractivo añadido, como suele ser la Feria del Libro local, para intentar acercarse al libro una vez al año, por curiosidad, pura diversión y pasar el rato en una feria que siempre está muy concurrida. Ya se sabe que las multitudes atraen siempre a los que les gusta poco la lectura y todo aquello que necesite atención, reflexión y esfuerzo intelectual.
Pues, por eso del tirón de la publicidad y para hacer más notable el libro una vez al año, se reúnen en una misma fecha 23 de abril de 1616 el fallecimiento de los tres autores citados. Con respecto a Cervantes, no murió el 23, sino el 22 de abril. Pero como sucede en la actualidad el entierro se realiza al día siguiente del fallecimiento, pero en el siglo XVII no se registraba el día del fallecimiento, sino el día en el que se le daba sepultura al cuerpo y no cuando se producía el óbito. Cervantes, pues, falleció el 22 de abril y no el 23 que se le atribuye, según ha confirmado el propio Ministerio de Educación, cultura y Deporte.
Además, hay que resaltar en España y el Reino Unido en el siglo XVII seguían calendarios distintos. Hasta el año 1582 Occidente usaba el calendario juliano, pero el Papa Gregorio XII desarrolló otro calendario que se conoce como el gregoriano, que fue el que se impuso en la mayoría de los países católicos, como sucedió en España hasta la actualidad. Entre los dos calendarios había una diferencia de 10 días. Sin embargo, en el Reino Unido no aceptaron este segundo calendario hasta 1752, por lo que la fecha del fallecimiento de Shakespeare ocurrió el 3 de mayo de 1616, según nuestro calendario y el 23 de abril, correspondiendo al calendario juliano.
Solo uno de los tres escritores citados fue quien murió el 23 de abril de 1616 y es el Inca Garcilaso de la Vega, el que menos fama tiene de los tres, si se compara con la de Cervantes y Shakespeare. Esta supuesta coincidencia en la fecha de la muerte de este trio literario, no es más que una estrategia publicitaria para que los lectores perezosos se acerquen al libro y se interesen por esas figuras que, unidas falsamente por una fecha, y tan distintos en sus obras respectivas, estilos y lenguas (en la que solo coinciden Cervantes y Garcilaso de la Vega).
Este pequeño error histórico ha servido para fijar una fecha que conmemore una vez al año al libro y hacerlo así más visible entre aquellos curiosos no lectores que, por esa celebración del Dia del Libro, se interesan un día en el mejor medio de transmisión de la cultura en todas sus variantes, de información y de conocimientos, pero también de diversión y entretenimiento. En el poco espacio físico de un libro está el mundo entero en su espacio geográfico, representado en los mapas y cartas náuticas, el cosmo explicado por la astronomía, la vida representada en todas las especies animales y vegetales, la historia, la ciencia, y el arte. Todo aquello que ha creado la civilización, con sus luces y sombras, con sus errores y aciertos. Y, sobre todo, está el ser humano en toda su plenitud a través de los inolvidables personajes que habitan la historia de la literatura universal que permanecen en el recuerdo de los apasionados lectores que leen porque la vida está presente en los libros y solo busca a los lectores inteligentes que sepan descubrirla en las páginas de un libro.
Y para aquellos que le tienen cierta alergia a la lectura, esta conmemoración del Día del Libro les sirve como recordatorio de que “un libro, un día al año, no hace daño”. A lo mejor, incluso se divierten leyendo y le cogen gusto.
Edición nº 58, enero/marzo de 2022