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El desastre de Annual (Marruecos)

PERSONAJES DEL DESASTRE DE ANNUAL (MARRUECOS)

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EL DESASTRE DE ANNUAL (MARRUECOS)

Laura López-AyllónE

l desastre de Annual fue una grave derrota militar española en ña guerra del Rif y una importante victoria para los rebeldes isleños mandados por Abl-Krim. Se produjoentre el 22 de julio y el nueve de agosto de 1.921 en esta localidad marroquí, entre Melilla y la bahia de Alhucemas. Murieron en pocas horas unos 2.500 hombres, más otros 1.500 situados en otras posiciones y en pocos días se perdieron 50.000 kilómetros de territorio. Se considera que fue la peor catástrofe sufrida por el Ejército Español.
Se cumple este año el centenario de este desastre que, según la Real Academia de la Historia, supuso la destrucción de la Comandancia Militar de Melilla en una operación dirigida hacia la bahia de Alhucemas, punto vital para establecer contacto entre las zonas oriental y occidental del Protectorado Español de Marruecos.

La fatal combinación entre las decisiones de los mandos, la situación de las tropas y otros factores, nos dice la RAH, desembocó en un desastre de enormes proporciones frente a la rebelión del caudillo rifeño ABD EL KRIM, que se hizo con el control del RIF y asedió y puso en peligro Melilla.

La cifra de muertos no sido posible establecerla con precisión hasta hace muy poco. El expediente Picasso habló de 13.000 muertos, pero está basado en estadillos posteriores. La RAH considera que el cálculo más aproximado es el de 7.915 realizado por el Coronel de Artillería Fernando Caballero Poveda y publicado por la Revista Ejército n.522. Las investigaciones actuales estiman que los muertos españoles fueron entre 7.875 y 8.180.

La situación se enmarca entre las operaciones realizadas para someter a las tribus rifeñas, lideradas por Abd El-KRIM, cuando el 15 de enero de 1921 el Comandante General de Melilla, Manuel Fernandez Silvestre, tras ocupar un extenso territorio al oeste de Melilla, entró con el grueso de su columna en la hoya de Annual, a pesar de haber serias diferencias, y estableció allí su centro de operaciones. Esta decisión está muy controvertida por ser una depresión geográfica y estar rodeada por alturas propicias a las emboscadas.

Nos dice Gabriel Cardona que, aunque el alto comisario era Dámaso Berenguer era general en jefe de las tropas de todo el Marruecos español, Silvestre procuró esquivar su autoridad y tampoco tuvo en cuenta al general Weyler, jefe de Estado Mayor Central ni al ministro de la guerra Luis de Marichalar, vizconde de Eza.

Desde 1913 Silvestre se carteaba con Alfonso XIII, al que parece ser había prometido estar en Alhucemas el 25 de julio y fundar una ciudad con el nombre de Alfonso. Se decía incluso que el rey le había alentado con un telegrama, aunque no fue encontrado, quizá porque no existió o porque la documentación del puesto de mando de campaña fue destruida por los rifeños, y el escritorio del secretario particular de Silvestre en Melilla apareció descerrajado.

Cardona nos dice que en Annual Silvestre contaba “oficialmente” con 23.590 hombres, aunque la realidad es que no llegaba a los 17.000 y sus mejores tropas eran los mercenarios marroquíes de Regulares, mientras, según Cardona, “los soldados españoles forzosos comían pesimamente, carecían de calzado y de suficiente material”.

Nos recuerda también que los soldados españoles estaban alojados en lo que se llamaba un “blocao”, un barracón o varias tiendas de campaña rodeados de sacos terreros y alambre de espino, en los que malvivía una compañía o una sección de infantería. Esta tropa estaba desperdigada y aislada en 144 blocaos, donde existían ratas, pulgas y piojos pero no habían depósitos
de víveres, de municiones o agua, que debía ser traída por columnas de mulos cargados de barrilitos.

Tras la toma de Tafersit en junio gracias a acuerdos y pequeñas escaramuzas, Silvestre había avanzado 130 kilómetros y su confianza se había elevado de tal modo que el general y los coroneles residían en Melilla y los regimientos quedaban a cargo de los tenientes generales que se turnaban entre la ciudad y el campo.

Además se había comprado la lealtad de varias tribus como Beni Ulixek, Beni Said y Tensaman, aunque no habían sido desarmadas, pero no se tuvo en cuenta que no habían entrado en la alianza los Beni Urriagel que además estaban siendo agitadas por Abd el-Krim al-Jattabi, mortalmente enemistado en aquel momento enemistado con los españoles.

Abd el-Krim atacó el monte Abarrán, donde pasó a cuchillo a los 50 españoles y
200 policías indígenas, y el dos de julio se produjo un ataque a la posición de Sidi Dris que fue rechazado por el comandante Julio Benitez pero causó un centenar de muertos. El caudillo rifeño se presentó ante las tribus como el vencedor de los españoles y atrajo a muchos cabileños.

Berenguer se entrevistó con Silvestre y le recomendó prudencia, pero el general de Melilla decidió efectuar una ocupación, a pesar de que no estaba preparado ni contaba suficientes recursos.
Silvestre estableció su campamento en Annual y para proteger su flanco estableció una posición en Irigoyen con el comandante Julio Benítez al mando. Abd el-Krim atacó la posición el 14 de junio y a los tres días se quedó sin agua. Los defensores guardaron para los enfermos los líquidos de las conservas y se bebieron la tinta, la colonia y los orines endulzados con azucar.

Un socorro de 3.000 hombres fracasó al intentar llegar el día 21, y los resistentes incendiaron el campamento e intentaron salir, pues ya habían recibido los últimos cartuchos, pero sólo sobrevivieron un teniente y once soldados que pudieron llegar a Annual, donde algunos murieron al beber agua. Cardona cuenta que en la posición faltaban en aquel momento suministros y hospitales de campaña, tenían municiones para un solo día y víveres para tres, pero faltaba el agua como en Irigoyen

Ante esta situación, Silvestre convocó un consejo de guerra que acordó la retirada, pero un telegrama de Berenguer prometió refuerzos pero, al comunicarles que la situación era desesperada, un segundo consejo de guerra acordó que ya no era posible esperar más.
El general ordenó evacuar el campamento y fueron organizadas dos columnas, una con los mulos y el material y otra con la tropas, los heridos y las armas pesadas.

En aquellos momentos, los marroquíes de la Policía Indígena de los cerros cercanos asesinaron a sus oficiales y se pasaron al enemigo. En torno a las once del 22 de julio, comenzaron a salir los soldados, que fueron acribillados desde las alturas. Así comenzó un desorden espantoso que no pudo ser controlada por los oficiales y la retirada se convirtió en una desbandada. Miles de hombres, soldados y oficiales, intentaron escapar a pie o a caballo o mulo.

El desastre fue aliviado en parte por la actuación del comandante Llamas porque sus Regulares resistieron en las alturas del sur, lo que permitió que muchos fugitivos cruzaran el desfiladero de Izumar.

En ese momento se produjo la muerte de Silvestre pero no se sabe como fue, pues su cadáver nunca fue encontrado. La versión que parece más aproximada es la que proporcionaron el teniente Arias y el cabo Las Heras, que oyeron un tiro en su tienda a cincuenta metros.

En aquel momento y en pocas horas se calcula que murieron en Annual 2.500 hombres y en otras posiciones 1.500.

Se hizo cargo del mando el segundo jefe de la comandancia de Melilla , el general Felipe Navarro y Cevallos Escalera, que al mando de los supervivientes retrocedió hasta Dar Drius y luego hacia Barbel y Tistuin.

En el río Igan se produjo una nueva ola de pánico pero se salvó gracias al teniente coronel Fernando Primo de Rivera, que salvó a los fugitivos con cargas suicidas que le costaron el ochenta por ciento de sus hombres.

En aquel momento se perdieron 50.000 kilómetros de territorio pero Melilla se salvó porque los guerreros de Abd el-Krim, indisciplinados, perdieron el tiempo recogiendo el botín y asesinando a los militares y civiles españoles.

Nador resistió hasta el dos de agosto yZeluán hasta el tres.

3.017 supervivientes llegaron tras seis días de marcha a la posición de Monte Arruit, pero también quedo cercada, nos dice Cardona, y contra de la opinión de Weyler, los refuerzos que ya llegaban a Melilla, no acudieron porque el Ministerio de la Guerra ordenó defender la plaza.
En esta posición el teniente coronel Fernando Primo de Rivera perdió la vida por gangrena días después de tras ser operado sin anestesia. El agua solo llegaba por bloques de hielo que dejaban caer dos aviones y el general Berenguer autorizó su rendición.

Mientras se negociaba la capitulación, los defensores salieron de su posición y se prepararon para marchar amontonando las armas y alineando a los heridos, pero entonces los rifeños cayeron sobre los soldados heridos y desarmados, de los que sólo sobrevivieron 60, entre ellos el general Navarro. Los cuerpos de los muertos quedaron insepultos hasta que meses más tarde las tropas españolas reconquistaron la posición.

Oleadas de mujeres rifeñas con cuchillos, con palos y hasta con las manos remataron a los heridos lapidándolos o vejándolos, o, en ocasiones, dejándolos marchar tras desnudarlos y quitarles todas las pertenencias.

La victoria de Abd el-krim provocó la deserción de muchos de los marroquíes al servicio de España
y se sublevaron las tribus de Beni Uleixee, Gueznaia, Beni Said y M`talza.

A las pérdidas humanas de esta catástrofe hubo que añadir 492 prisioneros españoles, dice Cardona, de los que sobrevivieron 326, más de 10.000 fusiles, todos los aviones, así como cañones, ametralladoras….hospitales, líneas férreas y telegráficas y otras muchas cosas hechas por España durante años.


MANUEL FERNANDEZ SILVESTRE

General en Jefe del Ejército, había nacido en Caney (Cuba) en 1871, en familia de militares, pues era hijo del teniente coronel de artillería Víctor Fernández. A los 17 años vino a España y en 1889 entró en la Academia Militar de Toledo donde obtuvo muy buenas notas y posteriormente continuo su formación en la de Valladolid.

En la guerra de Cuba resaltó por su valor y recibió múltiples heridas, por una de las cuales logró el grado de comandante, y en 1898 recibió varios balazos y perdió el uso de su brazo izquierdo.
Poco después en 1904 entró en África donde aprendió árabe. En enero de 1913 el Congreso de los Diputados autorizó su ascenso a coronel.

La versión que parece más aproximada es la que proporcionaron el teniente Arias y el cabo Las Heras, que oyeron un tiro en su tienda escuchado por ellos cuando marchaban y estaban a cincuenta metros. Era un hombre alto para la época, (1,72), corpulento y atrevido, cuenta Juan Pando, directo en el trato sin querer ser simpático, y sus amigos eran sus subordinados, no sus iguales, de modo que unos le adoraban y otros le temían. Era extrovertido, afectuoso, sufrido, temerario, resuelto y enigmático, nos cuenta Juan Pando.

En 1920 tomó posesión de la Comandancia General de Melilla y comenzó una invasión progresiva del Rif para pacificar la región oriental del Protectorado español. Protagonizó un avance espectacular, pero era arriesgado por la escasez de tropas, la precariedad de medios y armamento y el desconocimiento del terreno y de las fuerzas enemigas.

Sobre su muerte existen varias versiones, que no llegaron a confirmarse, pues perdió la vida en el campamento pero no se sabía si había muerto a manos del enemigo, se había suicidado o había muerto a manos del enemigo y su cadáver nunca fue encontrado.

GENERAL DAMASO BERENGUER

Damaso Berenguer Fusté, conde de Xauen, nació en San Juan de los Remedios, cerca de La Habana en 1873. Pasó por las academias de Toledo y Valladolid, aunque con un expediente menos brillante que Silvestre, pero consiguió salir en la promoción de 1893.

Era hijo del teniente coronel de infantería Dámaso Berenguer y Bonimeti, coincidió con Silvestre, del que era unos años menor, obtuvo cuatro cruces rojas del Mérito Militar y la ansiada Cruz de María Cristina y el ascenso a Comandante por los méritos contraídos en la acción de Auras en 1898.

Tras un periodo como destacado caballista en concursos internacionales, Berenguer regresó a Melilla y en 1011 puso en marcha las Fuerzas Regulares Indígenas con las que participó en la toma de Monte Arruit, lo que le valió el ascenso coronel.

En seis años sería ministro y en ocho, alto comisario y general en jefe en África. Pando nos dice que se fue separando de los combates africanos, mientras Silvestre convirtió en objetivo personal la guerra en Marruecos. Presidió el penúltimo gobierno de Alfonso XIII tras Primo de Rivera y su gobierno fue conocido como dictablanda. Falleció el año 1953.

ABD EL-KRIM

Miembro de una de las familias más conocidas, los Uriagal o Urriaguel, originarios de Axdir, y su padre era un respetado cheikh (noble) que, a pesar de haberse manifestado enemigo de los europeos, decidió escolarizar a sus dos hijos, Mohamed el mayor y el segundo, con los españoles, a los que consideraba menos malos, de modo que ambos dominaban la lengua española y y cuando varias familias rifeñas le comentaron que sus dos hijos se quedarían como rehenes. La familia no deseaba la ruptura económica con España, nos cuenta Juan Pando.

Mhamed nació el año 1882, estudió derecho islámico en la Universidad de Qarawiyyin, en Fez, y una temporada en Salamanca antes de ser reclamado por su padre. Trabajó para la administración colonial española como traductor y como escribiente de árabe en la Oficina Central de Tropas y Asuntos Indígenas de Melilla.

Fue nombrado caíd desde muy joven y a los 32 años era jefe de los cadíes. En 1915 se sospechó su colaboración con Alemania y fue ingresado en el fuerte de Rostrogordo donde estuvo un año. Tras su salida comenzó su actividad contra la administraciones francesa y española, para pasar en 1920 a hacerlo contra la Administración española.

Falleció en El Cairo en 1963.

LOS ARABES

Las familias vivían bajo un sistema de alianza intertribal o leff que los mantenía unidos a unos grupos de tribus y además los predisponía a enfrentarse con otros. Se agrupaban en clanes y estos en cabilas que tenían un kaid como su jefe político y militar. Para las normas, que regían en el uso de tierras, se regían por un haqq o canon adecuado a sus necesidades y costumbres, nos dice Juan Pando.

Ante cualquier intromisión se activaban las garantías defensivas del leff o alianza intertribal. Las asambleas o concejos (las yemáa) eran convocadas por secciones o subdivisiones de las cábilas por clanes y todos iban a las armas en una lucha que solo acababa cuando el adversario quedaba tendido en el suelo, pero teniendo en cuenta que para ellos no había diferencia entre los enemigos vencidos o los enemigos muertos.

Eran fanáticos del credo musulman y profesaban una emotiva y constante devoción a sus cofradías religiosas llamadas zwawi. Sus convicciones se basaban en los pilares del islam, orar cinco veces al día, ayunar en el mes del Ramadán, pagar la limosna a los pobres, cumplir la peregrinación a la Meca una vez en la vida y creer en un Dios único llamado Ala y en su profeta Mahoma. También existía entre ellos la jihad o martirio en el combate sagrado contra su enemigo infiel.

 

Edición nº 58, enero/marzo de 2022